A la FIFA le importa sobremanera hacer caja con los campeonatos internacionales. La venta de derechos televisivos y la publicidad obligan a programar el inadecuado partido valedero para el tercer puesto como si en la Copa Confederaciones se tuviera que otorgar la medalla de bronce al estilo de los Juegos Olímpicos.
España y Sudáfrica no tenían nada más que decir. Para España era carga pesada. Los jugadores, perdida la oportunidad de ganar el torneo, y tras una temporada larga y dura, lo único que deseaban era regresar a casa y tomar vacaciones. Encima hubo prórroga para ganar.
Del Bosque no renunció a alinear a muchos titulares. Xavi se quedó en el banquillo a causa de un brote alérgico. Para dirigir el juego, el equipo se quedó con Xabi Alonso y Busquets, quienes no son grandes creadores. Cazorla ayudó, y más cuando salió Silva, y por ello, en muchos minutos, hubo falta de calidad en la creación del juego y entradas por la banda derecha.
El partido se fue haciendo más ininteresante a medida que transcurrieron los minutos. Únicamente cobró emoción cuando marcaron los sudafricanos, en fallo defensivo español, y en los últimos minutos se produjo la reacción.
Güiza salió a suplir la poca fortuna de Villa y Torres y en menos de dos minutos puso la victoria en el casillero español. El segundo gol fue inesperado porque quiso centrar al área y le salió un disparo esquinado por la escuadra que el portero Khune no pudo atajar.
Duró poco la alegría porque volvió a marcar Mphela y esta vez de libre directo. Lo que le faltaba al partido era la prórroga. En la segunda parte de la misma Alonso, de tiro directo, logró el triunfo.
La selección española, frustrada tras la derrota ante Estados Unidos, sale del torneo medio conformada por vencer a Suráfrica, lo que ya había hecho en la primera fase. Ganar el último encuentro produce consuelo aunque el juego haya sido insatisfactorio.
Julián García Candau