El desmantelamiento de una parte de la filial europea de General Motors, Opel, con sede en Alemania, está causando una guerra interna en el seno de la Eurozona, ya que la compañía tiene plantas en diversos países, con unos 45.000 trabajadores, de los que sobrarían unos 11.000, según el diseño del futuro de Opel que han realizado los futuros compradores de la empresa. La empresa de doble nacionalidad, austriaca y canadiense, Magna, junto con el banco ruso Sberbank, aún no se ha hecho cargo de la gestión de la empresas automovilísticas paneuropea pero el asunto puede ser cuestión de días. Necesita para ello un importante crédito de unos 6.000 millones de euros, que de momento sólo Alemania ha aprobado por la parte que le corresponde, que es la mayor. Alemania se encuentra en pleno proceso electoral y las decisiones en lo que atañen al futuro de Opel, que tiene en Alemania casi la mitad de sus plantas, producción y empleo, se han tomado bajo la presión de los acontecimientos.
A primera vista, el reparto de los recortes de capacidades de producción y empleo parece bastante equitativo, aunque en el caso de España aparecen dos importantes agravantes. El primero, que la planta de Figueruelas representa en Aragón un auténtico emblema industrial, ya que la fábrica automovilística, en la que trabajan unas 7.000 personas de forma directa, representa el 60% de la exportación de la región aragonesa y el 25% de la industria. Los futuros dueños de Figueruelas quieren recortar 2.000 empleos en la planta aragonesa, lo que tendrá una repercusión muy fuerte en Aragón, ya que cada puesto de trabajo de la factoría automovilística genera una decena de empleos en el sector auxiliar, lo que implica un efecto multiplicador muy significativo. El segundo agravante es el hecho de que la planta de Figueruelas ha sido presentada desde hace algunos años como la más eficiente de Europa, con unos costes de producción inferiores a los de sus gemelas europeas de Opel.
De todo ello se deduce que la planta española puede salir bastante malparada de este asunto y Aragón en particular muy dañado por el recorte que va a experimentar su empresa más representativa. Dada la situación que vive la economía española, en plena recesión, y los problemas que aquejan en particular al sector industrial, que no ha sido capaz de tomar el relevo de la construcción como motor de la economía, el caso de Figueruelas se convierte en un auténtico drama.
¿Ha faltado capacidad de negociación por parte española para hacer valer la superioridad de la planta española? En todo este asunto, el Gobierno alemán ha tenido una actitud claramente hegemónica, ya que Opel tiene su sede en Alemania. Es allí en donde el empleo de Opel tiene su mayor peso dentro de la multinacional. Las plantas alemanas de Opel son eficientes y eso las va a permitir salvarse en parte de la quema, sobre todo a costra de Bélgica, en donde Opel tiene menos productividad industrial. También a costa, aunque menos, de Gran Bretaña, que va a sufrir los correspondientes recortes en sus plantas de Opel. En este sentido, la planta de Figueruelas es una más dentro de las que sufrirán el reajuste industrial de la compañía.
Pero dada su privilegiada posición industrial, con unos costes comparativos más ventajosos, hay quienes argumentan que desde el Gobierno no se ha defendido lo suficientemente bien la posición de la planta española de Opel y los intereses industriales de Aragón. En esta Autonomía gobiernan los socialistas, pero su peso ante el Gobierno no parece tan determinante como para haber logrado movilizar a Zapatero en defensa de la planta zaragozana. Tampoco Miguel Sebastián, titular de Industria, el ministro directamente implicado estas últimas semanas en las diversas negociaciones que están perfilando el plan final de ajuste de Opel en Europa, parece haber tenido una actuación brillante, capaz de reservarle mejor suerte a la factoría aragonesa.
La impotencia política del Gobierno para discutir mejores condiciones para la planta española de Opel parece notoria. El asunto refleja posiblemente mejor que ningún otro no sólo la falta de peso político de España en el actual contexto europeo, en donde parece que hemos sido reducidos a comparsas de los grandes, sino particularmente las malas vibraciones existentes entre los gobiernos de España y Alemania. Es fácil recurrir a los agravios para afirmar que en el asunto de Opel, Alemania puede estar pasándole la factura a Zapatero de la desagraciada actuación en el tema energético, cuando los alemanes presentaron su candidatura para quedarse con Endesa y el Gobierno derivó el asunto hacia la Italia de Berlusconi, que al final tampoco ha sido un aliado precisamente fiable y sobre todo interesante para nuestros intereses. Lo triste es que la mejor planta de Opel en Europa posiblemente va a ser uno de los paganos de la reorganización de esta empresa, en beneficio de las plantas alemanas.
Primo González