El barcelonismo ya podrá dormir tranquilo, hacerlo plácidamente sin los sobresaltos de pesadillas con el presidente madridista Florentino Pérez, un jeque árabe o cualquier nuevo multimillonario ruso llamando a la puerta de Leo Messi. El crack argentino ha ampliado y mejorado el contrato que le vincula con el Fútbol Club Barcelona hasta el 2016 con una cláusula de rescisión de 250 millones de euros.
Debemos felicitarnos los aficionados españoles. La noticia no es sólo excepcionalmente buena para la familia azulgrana. Lo es también para el fútbol español porque podremos seguir disfrutando ‘in situ’, por ahora, en nuestra Liga durante algo más de un lustro, y quizá hasta el final de su carrera, con la magia del que, sin duda, es el mejor futbolista del mundo.
Messi es de esos futbolistas que nacen y crecen para vivir y jugar siempre en casa. Es una estrella nacida en Argentina, pero formada como futbolista en la Masía. Ya de pequeño, cuando con 13 años llegó a Barcelona al lado de su padre, se intuía que sería un jugador atrevido, genial.
Un bajito delantero que ha crecido de una forma meteórica hasta convertirse en un profesional que disfruta y hace disfrutar del fútbol con una frase que lo dice todo: «Yo no juego para dejar sentados a los defensas. Lo hago para ponerlos a todos ustedes en pie».
Antonio Cubero