Cada mañana, al leer ESTRELLA DIGITAL y posteriormente otros periódicos me entero que Marc Gasol ha realizado un gran partido, pese a que su equipo haya perdido, y que Pau ha disputado otro match grandioso en el cual los Lakers han resultado vencedores.
Lo curioso es que dichos partidos se realizan diariamente en sitios tan alejados como San Diego y Boston o Miami y Portland, lo cual traducido al europeo es como hablar de Lisboa a Moscú y de Londres a Atenas.
La primera conclusión es que entrenan en el avión. La segunda y más importante es lo desaprovechados que están en España los Gasol. No me refiero a los famosos jugadores, más bien estas líneas están dedicadas a sus padres.
Una pareja que ha criado, educado y formado a estos hijos deberían compartir sus experiencias con el resto de sus paisanos. Vía Sector Público. No me refiero a la altura física que han conseguido sus vástagos y que, pese a ser importante como posible ejemplo de una buena alimentación, pienso que últimamente está bastante supervalorada.
Mi interés se centra en su fortaleza mental. No es lo mismo enfrentarse uno solo con una raqueta, un palo de golf o un coche al resto de la humanidad, con lo cual no deseo desvalorizar las hazañas de otros paisanos campeonísimos, que entrar en un vestuario cuyos habitantes son, en el fondo, unos competidores provistos de una estética que es lo más parecido a lo que te puedes encontrar en una mala noche en el Bronx neoyorquino. Dan ganas de huir al vestuario del equipo rival y recibir allí algo de cariño.
Estos chicos no sólo han entrado en esos vestuarios. Se han hecho respetar e incluso han conseguido ser casi-jefes en los mismos. Ni idioma, ni color de piel, ni viajes continuos, ni desconocimientos de la ciudad, el ambiente o el país. Eso tiene un mérito y una fortaleza mental que procede de la infancia y del ambiente familiar.
Luego salen a la cancha y se encuentran luchando con lo mejor de cada casa de los distintos equipos de la NBA. Ya que a ellos no les marcan los simpáticos bases o escoltas, contra ellos van auténticos armarios lacados en blanco o de caoba, y resulta que ganan.
Por ello los señores de Gasol, padre y madre, deberían compartir la receta de la fortaleza mental de sus hijos. A través de libros, conferencias, internet, programas de televisión, cursos de verano, de invierno, radio, fascículos o lo que ellos quieran. Es muy necesario. Por favor, convénzanles.
Paco Fochs