miércoles, noviembre 27, 2024
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Israel y la verdad

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De entre la cascada de reacciones de repulsa que ha desatado la conmoción por el ataque contra el convoy que intentó burlar el bloqueo israelí al trasladar ayuda humanitaria para la franja de Gaza -“inaceptable” para la UE, “baño de sangre” para Ban Ki-moon, “preocupante” para el Vaticano, “brutal e inhumano” para Turquía y brutal también para la Federación de sindicatos de Periodistas (FESP)- destacan las que introducen algún elemento de duda ante el grave suceso. Como las de Alemania y de Amnistía Internacional.

 Porque si se parte de la proposición de que en las guerras la primera víctima es la verdad, en el caso de Israel, por doble partida. Fuera de su país, la primera presunción es la de su culpabilidad. Son tantos los prejuicios ante ese país que tardan en llegar los hechos reales, los detalles fidedignos para construir el relato. Al acorazamiento de Israel -y su propio aparato de propaganda defensiva- se suma, pues, el prejuicio general. Se conoce, sí, el trágico balance del ataque: 10 muertos y 30 heridos por armas de fuego israelí en alta mar. Todos ellos del barco turco fletado por una fundación de este país que se dirigía a Gaza junto a una flotilla de otros seis barcos con unas 750 personas. Desde el punto de vista humano, de poco vale ya saber si los organizadores de la expedición sabían de antemano que el Gobierno israelí interceptaría los barcos si burlaban el bloqueo, ni si, como defiende el Gobierno de Netahyahu, la tripulación se negó a depositar el material humanitario para su previa observación por los militares en el Puerto de Abmob. Ni siquiera que los activistas pro palestinos iniciaran el enfrentamiento. Lo que acaba en tragedia incrementa el fracaso para Israel. Pero es decisivo conocer toda la verdad.

Las consecuencias serán muy graves, vaticinan numerosos observadores de las cancillerías europeas. De antemano los hechos abundarán en la asentada idea del ataque armado frente a los indefensos. “Lamentamos los muertos, pero la responsabilidad está en quienes iniciaron los enfrentamientos extremadamente violentos y organizaron el convoy.”, ha dicho un portavoz del Gobierno israelí.

El portavoz del Ejecutivo alemán, Ulrich Wilhelm, explicó que aunque todos los Gobiernos de su país han apoyado «incondicionalmente» el «derecho de Israel a la autodefensa», en esta ocasión no parece, a primera vista, que se haya respetado «el principio básico» de la proporcionalidad en el ataque. Igualmente medida fue la reacción de Amnistía Internacional, que pidió a Israel ponga en marcha inmediatamente una investigación «independiente y creíble sobre el asesinato». Para el director de Amnistía Internacional para Oriente Medio y África del Norte «está claro que las fuerzas israelíes parecen haber usado una fuerza excesiva» y reclamó a las autoridades israelíes que hagan público de inmediato «las reglas de enfrenamientos emitidas a las tropas que llevaron a cabo este ataque letal».

En medio de la conmoción, la voz del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, vuelve a mostrar la cara del horror. Tras sumarse a otros a la calificación del ataque israelí de “inhumano”, introduce, como siempre, la idea de su desaparición como país. Funesta idea. “Todas estas acciones indican el fin de ese régimen repulsivo y falso y lo aproximan al final de su existencia”, dijo el dirigentea la televisión iraní en este día aciago.

 Queda por restablecer la verdad sin burdos apriorismos. ¿Quién planeó la operación humanitaria? ¿Con qué intenciones? Quién programó el ataque a la flota? ¿Cómo se desarrolló? ¿Era la única opción? Para Israel y para el mundo es necesario conocer la verdad.

Chelo Aparicio

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