Ni elecciones anticipadas, al parecer, ni remodelación del Gobierno. Al menos es lo que dice ahora a los suyos el presidente Rodríguez Zapatero, aunque últimamente ya se sabe en qué terminan algunas de sus determinaciones principales. Pero si realmente piensa así se equivoca, vuelve a colocarse en la parálisis política, como si su tarea se examinase sólo en el Ecofin y no ante una opinión pública que cada vez se aleja más de él.
No se trata de demandarle que admita la necesidad de unas elecciones adelantadas, que seguramente es demasiado pedir a un político que ve en ellas el modo más rápido de abandonar el poder. Para no hacerlo cuenta, además, con el respaldo de los que piensan que, con la que está cayendo, una convocatoria electoral supondría incrementar los problemas y retrasar aún más las reformas urgentes. Pero el presidente debería considerar la remodelación de su Gobierno por razones varias y complementarias.
Precisa nuevos acuerdos. Serios y estables. Para lo que tiene que hacer y para conseguir el respaldo social a lo que tiene que hacer. Y debe acometer este deber con una nueva actitud con el resto de partidos del arco parlamentario que un nuevo Gobierno facilitaría. Éste, desde luego, está tan desarbolado que, en vez de facilitarlo, lo complica. Complica no sólo el acuerdo con otros sino su propio funcionamiento y gestión. Los ministros o no responden o se equivocan. Van detrás del presidente pero no se puede decir que estén en la misma onda, porque la mayoría no da la impresión de estar en ninguna. Hay que esperar a alguna conmemoración para comprobar que algunos de ellos siguen en el Gabinete. En todo caso, no acompañan la gestión, no la impulsan, no la explican.
El presidente necesita lo contrario. Lo necesita el país. El o los acuerdos que se demandan no son una operación de habilidad estratégica, sino el entendimiento sobre unas bases sólidas, pegadas a la realidad pero mirando también al futuro. Un plan convincente, bien negociado, explicado a los ciudadanos lo que tienen de sacrificio y de remedio. Rodríguez Zapatero precisa un equipo de una entidad que no tiene ahora. Y así, además, podría atender a los requerimientos del Congreso -reiterados- para que elimine ministerios y adelgace la cúpula de la Administración central del Estado.
Germán Yanke