Felipe González es el único ex presidente del Gobierno al que se le conoce por su nombre de pila. En todas las elecciones generales hay una señora mayor que asegura ante las cámaras que ella va a votar “a Felipe” y se disgusta cuando le cuentan que ya no se presenta. Eso marca el carácter. Cuando Felipe habla, todos los socialistas escuchan. Sus últimas declaraciones en público se han entendido como una bofetada a José Luis Rodríguez Zapatero. Decir que “rectificar es de sabios pero es de necios tener que hacerlo a diario” constituye una indirecta que sabe que va a ver publicada en muchos medios.
Zapatero reconoció que la corrección en el BOE para no cerrar tan rápido el grifo del crédito a los ayuntamientos fue “una rectificación” y añadió además que es “una buena práctica para gobernar”. Es de suponer que lo que quería el presidente del Gobierno era quitarle hierro al asunto y reconocer que se habían equivocado aunque la vicepresidenta Elena Salgado hablara de “error sin importancia”. Que “la buena práctica” era arreglar la metedura de pata. Consiguió todo lo contrario con una frase desafortunada y torpe que volvió a salir en los titulares.
Lo curioso es que Felipe pronunció su sentencia mientras disertaba sobre lo pendientes que están hoy los políticos de lo que se dice de ellos en los medios de comunicación. Y de los cruces extenuantes de declaraciones y contradeclaraciones. Él lo llama “la mediocracia”. Felipe criticaba a los que gobiernan así y recomendaba que para ser un buen líder no hay nada mejor que tener un plan y ponerlo en marcha sin atender “a la opinión publicada”. Tiene lógica. Pero soltar perlas sabiendo que estarán colgadas en varias páginas web un rato después no parece el mejor sistema para echar una mano a un presidente con el que comparte las siglas del PSOE.
En el vídeo del acto se ve que la frase no se le escapa. De hecho, hace una pequeña pausa y sonríe antes de decirla. Deja poco margen a la interpretación. Por eso Zapatero ha hecho lo mejor en estos casos: decir que está de acuerdo y esperar a que escampe la polémica.
Luz Sanchis