Cuando se pisa Venezuela, el calor pegajoso exige pedir una Polar, la cerveza del oso blanco dibujado sobre un casco tan frío que sale de la heladera envuelto en un halo de neblina. La Polar tiene poco alcohol y es la bebida social más común en un país de aplastantes calores y humedades. Hugo Chávez quiere nacionalizar esta empresa privada, por capitalista, en contra de la voluntad de sus trabajadores. Además, denuncia que la cerveza provoca la violencia, que se acerca ya a los 15.000 asesinatos anuales -hay quien habla de 20.000- en ese país de treinta millones de habitantes. En 1990, en Venezuela se habían producido 2.474 asesinatos. La cifra se mantuvo bastante estable hasta la llegada al poder en 1999 de este nuevo Bolívar, bajo el que el país es Iraq, y Caracas Bagdad. Porque con él han crecido tanto las muertes violentas que podríamos compararlas con las de la guerra de Iraq. La fuente más respetada sobre la conflagración, la www.iraqbodycount.org, totaliza desde la invasión del 2003 hasta hoy entre 96.661 y 105.405 víctimas: un número seguramente similar al de muertos violentamente en Venezuela desde que Chávez es presidente. Que Chávez vincule los asesinatos a la cerveza Polar obliga a recordar a Fidel Castro y los suyos cuando, por puritanismo revolucionario, crearon uno de los sistemas políticos más empobrecedores y regresivos-represivos del mundo. Tras llegar a La Habana, los Barbudos cerraron las salas de fiestas porque tenían unos centenares prostitutas. Medio siglo después, hecha la Revolución, toda Cuba es un prostíbulo. Venezuela sin Polar, y pronto sin carne de cerdo, sólo hará feliz al nuevo aliado, el islamista Ahmadineyad. Y el grito “Socialismo o muerte” significará realmente “Socialismo y Chávez es muerte…, también de sed y hambre”.
Manuel Molares Do Val