Si la política es el arte de lo posible -como resaltaba Mariano Rajoy en la presentación de la conferencia de Antonio Basagoiti en Madrid-, el líder vasco estiraba su sentido hasta el infinito. Llegaba de Bilbao, donde hacía unas horas había celebrado con el presidente del PNV un encuentro inédito en la sede popular de la capital vizcaína, y ratificaba con aplomo su compromiso político con el Gobierno de Patxi López. Su protagonismo decisivo en el pacto vasco (PSE/PP) se constató en la nutrida presencia de empresarios, políticos y periodistas en un hotel de Madrid.
Decisiones políticas y otros gestos. La imagen de Urkullu y Basagoiti en la sede popular vasca disuelve intrincados tabúes, como el del intento de aislar al PP, y presagia nuevas relaciones más allá del marco vasco. El encuentro fue reconocido por el presidente nacional del partido en un momento en el que todo es posible ante la incierta negociación presupuestaria para Zapatero y los cambios que vaticinan las encuestas.
Pero Basagoiti lo tenía más difícil. Combinó el elogio hacia la gestión de las cuentas públicas por parte de los gobiernos de Ibarretxe con la denuncia de la proliferación de más de quinientas empresas públicas con miles de empleos que sufraga la Administración vasca, de dudosa justificación. Asunto en el que pidió a Patxi López que meta la lupa y la tijera. Así, armonizó la cortesía hacia el PNV con la ratificación de su respaldo al Gobierno vasco y, ante los socialistas presentes en el salón del hotel madrileño, su crítica a Zapatero con la defensa del lehendakari López. Al PSE, ha resaltado, el PP no le pide “puestos ni intercambios, sólo su defensa clara del Estatuto de Gernika”, el prestigio de la legalidad.
Fue un discurso de guante blanco, aunque advirtiera, en tono moderado, que “el pacto vasco (entre el PSE y el PP) tiene un desafío en el 2011”, en alusión implícita a la posibilidad de que la izquierda abertzale se cuele por la puerta de atrás. Pero ahí lo dejó.
La difícil cabriola de Basagoiti prosiguió por otros derroteros. Hizo gala de su disciplina hacia Génova en el asunto Camps con su libertad de expresión ante el propio Rajoy, porque su partido “no es una secta”, salpicó su discurso con guiños populares y centró la cuestión vasca tras una pregunta del rotativo nacionalista Deia. “¿Por qué se llevan tan bien en Euskadi (PSE y PP) cuando en Madrid están a tortas?”. “Pregúntele al PNV; qué es lo que ha hecho tan mal en treinta años para que los que nos llevamos tan mal nos hayamos coaligado”, respondió. También dio un consejo a Zapatero: ningún presidente será el triunfador de un eventual final de ETA. Sólo lo serán las víctimas y los resistentes al terrorismo, justos merecedores de la derrota de la banda.
Chelo Aparicio