Josep Antoni Duran i Lleida acaba de dejar a algunos miembros del Gobierno a los pies de los caballos. Ha contado que le presionan para que sean los nacionalistas catalanes los que hagan el papel de malos en la reforma laboral. Los sindicatos ya están bastante cabreados y no se trata de calentarlos, no vaya a ser que la huelga general sea un éxito. El doble juego ya es una costumbre en política, pero en este caso dice poco de la capacidad de este Gobierno para sentirse seguro de sí mismo.
Ha habido movimientos de acción-rectificación y ha habido ciertas peticiones de disculpa, pero cuando ha logrado ponerse en marcha, no puede trascender que te escondes detrás de otro porque tienes miedo. Así no hay forma de generar confianza con un líder fuerte. Duran, que sí se siente fuerte en los últimos meses, está dispuesto a entrar en la negociación de la reforma e incorporar sus propuestas. Que no serán de izquierdas. Pero no tiene intención de cargar con el muerto entero si es que los socialistas también quieren apretar más en cuestiones como el despido, los convenios colectivos en las pymes o el absentismo laboral.
Es lógico. Lo que pasa en que últimamente Duran no se mueve con la finezza a la que nos tiene acostumbrados. El señor inteligente, amable y elegante, el coleccionista de gafas y corbatas a la última, le ha soltado unos cuantos ganchos de derecha a Zapatero mucho más duros que los que lanza Mariano Rajoy. Con las encuestas más que a favor, la voz de CiU en Madrid ha hablado de “cadáver político” y casi se mete en un trasplante de órganos. Vio que se había pasado y pidió disculpas, lo que le honra. Pero anticipó un no de su partido a los próximos presupuestos y hasta ahora ha sido el responsable de que se hable de mociones de censura o gobiernos de coalición.
El político más veces etiquetado como “responsable” o “con sentido de Estado” últimamente ha endurecido mucho el tono. Y es el mejor valorado no por los catalanes sino por los españoles. Se han hecho muchos chistes con sus ganas de ser ministro algún día. Pero que tenga la mejor nota en la encuesta del CIS debería hacer pensar mucho a Rajoy. Es normal que Zapatero suspenda. Pero el líder del PP nunca acaba de despegar en la carrera del “más valorado”.
Luz Sanchis