Los sindicatos consideran que les asiste “toda la razón” para convocar a la huelga general en España el 29 de septiembre, con todo un verano para prepararla, por el carácter regresivo de la reforma laboral y la pérdida de derechos de los trabajadores. Los empresarios se muestran insatisfechos, por tachar la reforma de “timorata”, y la oposición está indecisa. De nuevo el Gobierno se enfrenta a la tesitura de ceder algunos perfiles ante los sindicatos -lo que irritaría más a los empresarios y a los principales partidos de la oposición- o aceptar la introducción en el texto de algunas medidas que planteen el PP, CiU y PNV, entre otros, y repartir así la protesta sindical.
Al Gobierno se le amontona el trabajo. La aprobación del Real Decreto por el Consejo de Ministros, este miércoles, coincide con el emplazamiento de la Comisión Europea a que diseñe medidas adicionales de ajuste fiscal para el año 2011: el equivalente a un 1,75 del PIB. Pero, a la vista de las declaraciones de José Blanco este martes en Santander, el Ejecutivo no dará un paso atrás. Blanco se presentó como el paladín de la responsabilidad, pofiriendo mensajes de austeridad: “Es necesario replantearse la política de infraestructuras de nuestro país; aprovechar lo que ya tenemos y construir lo verdaderamente necesario”. Al tiempo, los mensajes de alarma de empresarios y banqueros no cesan ante la dificultad del crédito en los mercados financieros.
De entrada, el Gobierno no ha logrado el aval de los grupos políticos que deshojan la margarita antes de la convalidación del decreto la próxima semana en el Congreso de los Diputados. Perp de la seguridad que muestre en la decisión dependerá la credibilidad del país ante el conjunto europeo, por encima de si finalmente logra el apoyo siquiera tácito a la medida, como sucedió el pasado 27 de mayo con la aprobación de su plan de ajuste por un solo voto, gracias a la abstención de CiU (y los dos diputados de CC y UPN).
¿Qué harán los partidos? En el hemiciclo hay tres botones, dice en tono jocoso el portavoz parlamentario del PNV. Uno para el sí, otro para el no y otro con la abstención. “Podemos usar cualquiera de los tres”,ha afirmado Erkoreka. Tan remiso como el vasco se expresó Duran i Lleida (CiU), adoptando su papel de árbitro en la Cámara Baja. Tal y como está, el texto de la reforma laboral “no aceptable” para su formación, pero decidirá su postura en el “último momento”. El PP dice estar muy lejos de dar el sí, porque la reforma es “poco profunda” y “pertinente”. Parece tomar cuerpo la abstención.
En el lado sindical, Ignacio Fernández Toxo se revela como el analista del presidente. En su salto de bola Toxo apunta que a Zapatero “no hace falta que nadie le de empujones. El presidente se empuja sólo”, señaló al mencionar el cauce para cambiar el Gobierno: “O por el voto de los ciudadanos o mediante el voto de los diputados”. No pareció inquietarle que la salida de Zapatero significara la llegada de Rajoy.
Chelo Aparicio