La idea de que se prepara un plan de rescate para salvar la economía española suena realmente mal. Primero fueron las filtraciones de la prensa alemana, hace pocos días, basadas en fuentes del Gobierno alemán. Tanto el Financial Times Deutschland como el Frankfurter Allgemeine lo afirmaron. Luego viene la noticia de Gestiona Radio, según la cual una persona que estuvo presente en la reunión del Club Bilderberg (el de los poderosos del planeta), confesaba a un periodista argentino de esta emisora que lo del plan de rescate es una verdad como un templo.
La cuestión es ¿cuál es la verdadera gravedad de los bancos españoles? No lo sabemos. Se supone que algunos de nuestros bancos están pasando por el llamado “stress test” o prueba de resistencia, por la cual se analizan sus balances para comprobar su grado de endeudamiento, o mejor dicho, cómo pueden afrontar sus deudas.
En teoría, el Gobierno español quiere calmar a los mercados haciendo públicos esos test pero, por ahora, el malestar que hay en los mercados es tan grande, que la palabra rescate está produciendo huidas de dinero.
Si es verdad que el sistema financiero español está tan mal, habrá que aceptarlo. No es la primera vez que España recibe ayudas cuantiosas para resolver sus problemas. Desde hace 25 años, cuando España entró en el Mercado Común, el país recibió fondos europeos llamados fondos estructurales y fondos de cohesión gracias a los cuales se vivificó el edificio industrial y financiero. Nadie se quejó pero era un rescate.
El problema es que una cosa es llamar a algo “fondo estructural” y otra llamarlo “rescate”. Lo último suena mal en un momento en el que el globo parece estar a punto de desinflarse. Por ejemplo, el FROB, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, es en realidad un plan de rescate del sistema financiero. Dinero para salvar nuestras cajas. Pero no se le llama rescate, porque eso daría la idea de que las cajas se están ahogando. En realidad, muchas lo están, así como muchos bancos. Pero la mención del FROB no produce sarpullidos. Sólo malestar.
Tenemos pues que resolver esto con un nombre bonito que no espante a las masas, pues se habla de quiebra del sistema financiero. El economista Xavier Sala i Martín dijo esta semana en Gestiona Radio que si en tres meses no se arregla el problema de la deuda bancaria, el país podría sufrir lo mismo que sufrió Argentina en el 2001, cuando estalló el corralito. Masas de argentinos fueron a los bancos a sacar su dinero porque temían que los bancos fueran a quebrar, y el Gobierno decretó que sólo se podían sacar pequeñas cantidades. El pánico al final desembocó en que Argentina decretó la suspensión de pagos, cosa que anuncia Sala i Martin para España si no se hace algo determinante. ¿El plan de rescate, acaso?
No quiero unirme a la galaxia de terrorismo económico, pues estas conversaciones comienzan usando la palabra problema y acaban terminando con la palabra “quiebra”.
Pero me gustaría que alguien con imaginación cogiera el diccionario, buscase una palabra hermosa, y bautizase con ella el plan de rescate. Si tiene que llegar ese plan, que no sea con una metáfora marina asociada al hundimiento de una nave, sino a la feliz curación de un enfermo.
Carlos Salas