Maite Pagazaurtundua ensalzaba el valor del homenaje en el Congreso a las víctimas del terrorismo por su carácter institucional, histórico y político y el consenso de todos los grupos. La presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo lo decía a la salida del hemiciclo tras oír los discursos del Rey Juan Carlos, el presidente del Congreso, las notas de la serenata de Dvorak y el himno nacional en la sede de la soberanía popular.
No era la primera vez que se rendía un homenaje a las víctimas en el Congreso de los Diputados. En noviembre del 2002 resonaron todos los nombres de los asesinados en el salón de plenos de la Cámara Baja ante todas las autoridades presentes. Pero el nuevo acto instaura el Día de las Víctimas del Terrorismo en este 27 de junio, la fecha en la que hace 50 años fue asesinada la niña Begoña Urroz por una bomba en la estación de Amara, en San Sebastián, cuyo crimen no fue reivindicado por nadie durante años, y que ha sido atribuido a ETA. Otras fechas, como la del 11-M, el día más aciago de toda la travesía del terrorismo en España, no fue bien acogida por algunas víctimas de los atentados, cuyas heridas perviven.
El homenaje a las víctimas coincide con la reactivación del mensaje político y mediático sobre nuevos acercamientos o “pistas de aterrizaje” para la ilegalizada Batasuna. Presumen, quienes así lo defienden, que el brazo político de ETA va en la dirección de desprenderse de su vinculación con la estructura armada de la banda. La AVT advirtió contra esa estrategia en un documento hecho público en la víspera del acto.
José Bono rechazó cualquier indicio de permisividad hacia el entorno del terror y abogó por castigar de forma unánime a aquellos políticos tibios que “pisen la línea roja”. Añadió que “se debía amonestar unánimemente a quien entre nosotros sobrepase la línea roja”. Pero la interpretación es libre. ¿Se refería Bono a su compañero de partido, Jesús Eguiguren, al trazar esa frontera?
No fue un día para los desmarques. El lehendakari Patxi López celebró el consenso y la unidad contra el terrorismo acompañado en la tribuna del alcalde de Madrid y del Defensor del Pueblo, y el portavoz del PNV restó trascendencia alguna a la eventualidad de una nueva “tregua” de ETA, que recorre las redacciones.
Pero en la misma jornada, el presidente del PSE volvía a reproducir sus buenos augurios sobre los movimientos de la izquierda abertzale hacia su democratización (El Correo, 27/06/10). Y combinaba su idea de facilitar (desde los partidos e instituciones democráticas) el acomodo futuro del brazo político de ETA con la defensa de la Ley de Partidos; la difusión de sus conversaciones con miembros de la formación ilegal con su acatamiento al lehendakari y al Gobierno de España. Y todo ello con la presidencia del PSE-PSOE.
No es de extrañar la emoción sentida por las víctimas del terrorismo en el Congreso de los Diputados. Sólo algunos -se le oyó decir a Rajoy, aunque es seguro que también lo creen otros- resaltaron la importancia no sólo de la solidaridad hacia ellas sino de su discurso. Porque sin los testimonios de gentes como Ana, Mapi, Conchita, Cristina, Mikel, José María, Mari Mar, entre tantos otros, la línea roja ya se hubiera difuminado.
Chelo Aparicio