El Euskobarómetro, que asegura que poco a poco se va notando un nuevo clima político en el País Vasco, muestra todavía, sin embargo, un mayoritario escepticismo sobre la acción política del Gobierno de Patxi López y sobre el acuerdo entre socialistas y populares que lo hizo posible.
El PNV, desplazado por los votos del Gobierno autonómico, trata de subrayarlo una y otra vez y esta pasada semana, al presentar una encuesta contratada por la Diputación de Vizcaya –controlada por ese partido- vuelve a preguntar, buscando un resultado concreto, si los sondeados estarían de acuerdo con la extensión de ese acuerdo a las instituciones forales y locales. Siguen siendo, como era de esperar, igualmente escépticos.
Hay que aclarar, sin embargo, que en ocasiones tiene más importancia la pregunta que la respuesta. ¿Podría pensarse que un votante socialista en el País Vasco eligiera como su mejor opción un Gobierno minoritario de su partido con el apoyo del PP en vez de, sencillamente, ganar las elecciones con suficiente mayorÌa para hacerlo sin ese tipo de compromisos? La opción de la coalición o del acuerdo parlamentario es siempre secundaria, aceptada como mal menor, tomada con escepticismo. Y ocurre así tanto al sostenido por el adversario como al que le sostiene. Y más cuando el ambiente creado por ambos partidos en el escenario de la política española no es precisamente de concordia.
Que a los votantes de otros partidos les parezca inconveniente parece lógico. Que para los del PNV resulte una faena también. Pero los escépticos votantes de PSOE y PP, que sostienen con su voto un acuerdo que podría ampliarse a otras instancias, parece, también las encuestas, que piensan seguir votando a esas formaciones. Es más, parece muy probable, según los sondeos, que, en las elecciones forales y locales del año próximo, puedan incluso mejorar sus posiciones de partida. No es fácil desbancar al PNV de algunas instituciones pero, si los resultados son los que apuntan las tendencias, el mapa político del País Vasco podría experimentar un nuevo y trascendental vuelco. No es de extrañar, por tanto, que los nacionalistas confíen más a estas alturas, para mantener algunos feudos, en la debilidad del presidente Rodríguez Zapatero que en tantas muestras de escepticismo de los votantes con la fórmula que sostiene hoy a Patxi López en el palacio de Ajuria Enea.
Ser escéptico es, en el fondo, sano. Desde luego parece que no se opone a preferir un sistema que no les entusiasma a otras fórmulas, las del poder nacionalista, que les gustan mucho menos. O nada.
Germán Yanke