Como ustedes saben el pueblo llamado árabe ocupa una parte amplia de este mundo. Se extiende desde el océano atlántico al índico y son incontables los mares que lo bañan.
Siempre se alude al petróleo como principal fuente de ingresos de este pueblo, lo cual les permite comprar clubes de fútbol, asustar a Wall Street, adquirir mansiones en Marbella e incluso a algunos, mantener uno de los grupos terroristas más temidos en la actualidad. Hay que reconocer que esto último sale bastante caro. Por no decir que lo otro también. Está claro que debe existir algo más.
Todo ello ha sido objeto de profundo estudio por mi parte y he encontrado la solución. Así que en rigurosa exclusiva les ofrezco la principal conclusión del mismo.
El secreto está en la gastronomía.
La gastronomía no entendida en el sentido occidental de la palabra, ya que a ellos lo de las estrellas Michelin les importa un bledo. Ellos comen, aparte de corderos, frutas y verduras ricas en fibra que permiten que el llamado tránsito intestinal funcione a todas horas y con gran precisión. Para beber, nada mejor que el agua natural que convierte el riñón en un estrecho de Gibraltar, en comparación con lo que conocemos en occidente como un trámite más irregular, como podría ser el canal de Panamá.
Hasta aquí los antecedentes o causas. Las consecuencias es que te pasas todo el día, sea por una cosa o por otra, preguntando por donde se localizan las toilettes.
Allí, en las llamadas toilettes se esconde el gran secreto, ya que te reciben unos bondadosos ancianos o ancianas que te saludan e incluso proveen de cualquier utensilio que puedas necesitar. Uno desea gratificar tan “oriental-medio” servicio y para ello prepara la calderilla que tiene en el bolsillo. Error, que inmenso error. Si la cantidad no es la adecuada y nunca lo es, la faz afable de los ancianitos se convierte en un rictus feroz que amenaza la posibilidad de salir de la citada toilette con una letrina por sombrero. Esto puede llevarte a que el dátil que has tomado, sea la experiencia más cara de tu vida.
Así que sales desahogado y desplumado de tan reservado trance y pensando que si esto sucede en tan extenso territorio y con una regularidad intensa y constante, la recaudación diaria del sabio pueblo árabe, mediante la estrategia de rentabilizar lo del descomer y el desbeber, puede llegar a ser incalculable y seguro que existen organizaciones que lo controlan. En consecuencia: ahí está el secreto de la floreciente riqueza árabe.
Creo que no hace falta explicitar que estos pagos no generan IVA.
Paco Fochs