Los triunfos deportivos españoles nos pueden ayudar a resolver un problema muy grave: la sanidad. Cada año, gran parte de los presupuestos del estado se destinan a curarnos. Es un gasto tan creciente, que uno termina pensando si este país acaba de salir de otra Guerra Civil por la cantidad de enfermos que visitan los hospitales, y por la cantidad de hospitales que nacen cada año.
Los médicos saben que una gran parte de esas dolencias proceden de no llevar una vida sana. ¿Qué sucedería entonces si todos llevásemos una vida más saludable? Que iríamos menos a los hospitales, por supuesto. ¿Y cómo se lleva una vida sana? Comer mejor, llevar dietas equilibradas pero sobre todo manteniendo en forma ese motor que todos llevamos encima y que se llama cuerpo.
Las excelencias deportivas demostradas por los atletas españoles pueden ayudar a impulsar esa vida sana. Muchos han visto en el triunfo de nuestros deportistas la recuperación de cierta idea nacional, de la idea de España. Y es verdad. Yo añado algo que es aún más importante. El impulso a imitarles debería traer consigo que la gente hiciera más deporte.
Todo lo que un estado invierta en deportes, no se lo gastará en el futuro construyendo hospitales. Parece una afirmación sospechosa, pues es como si escribiera: “Por favor, no construyan hospitales”. Más de una vez me he encontrado con gente que tuerce mis afirmaciones para echarme en cara que soy un asesino de enfermos.
Lo que digo es lo contrario. Hay que evitar ese estado de decaimiento corporal y mental porque cuando estamos enfermos, el resto ya no vale mucho. No tenemos ganas de trabajar, de ser activos, no tenemos ganas de nada. Y encima nos sobreviene un pesimismo cósmico.
Si viajase a un país que me mostrase con orgullo sus hospitales yo saldría preocupado. Es como si un gobierno se enorgulleciera de tener prisiones. ¿Ven ustedes? A los criminales los tenemos aquí encerrados, pero son prisiones de cinco estrellas con aire acondicionado, consulta psicológica y al final les rehabilitamos a todos. Muy bien: pero lo ideal es no tener ni criminales ni muchos policías. Sería el signo de que ese país marchan bien las cosas.
Si en un país me mostrasen canchas y polideportivos, entonces yo imaginaría que es un país más feliz. La vitalidad de un país luego se manifiesta en muchos aspectos, especialmente económicos. Siempre me gusta que los australianos me cuenten que están orgullosos de ser un país de deportistas, y de hecho, tienen un índice de medallas muy superior a lo que cabría esperar de su población. Y económicamente están mejor que nosotros.
El Ministerio de Sanidad debería en realidad ser menos importante que el Ministerio de Deportes, en caso de que existiera este último. La fortaleza física otorga fortaleza espiritual, y en estos momentos de crisis, aún es algo mucho más importante.
Carlos Salas