Hay asuntos dolorosos, como la muerte de las víctimas del incendio de Guadalajara de hace cinco años, que deben ser tratados con ponderación, pero ello no obsta que se deban defender sus derechos y los de sus familiares. El PSOE dice ahora que María Dolores de Cospedal utiliza su dolor para arañar un puñado de votos pero es una acusación que, para empezar, no debería estar basada en la presencia de la dirigente popular en el homenaje celebrado estos días y, desde luego, tendría que haber estado precedida de una preocupación constante de la Junta de Castilla La Mancha para que esas angustiadas familias se hubieran sentido acompañadas y protegidas –personalmente y en sus derechos- por la administración autonómica. La paradoja es que no ha ocurrido así quizá para no perder, por el reconocimiento de los errores, ese desgraciado puñado de votos.
A Cospedal le achacan estar detrás de las acusaciones que se han hecho a José Bono. Lo desconozco aunque no está demás decir, sobre la actuación del PP en este asunto, que una cosa son las informaciones periodísticas, desmentidas por el interesado y no tomadas en consideración por la fiscalía, y otra tomarlo como propio sin tener nada más que aportar. Pero, en ese dudoso contexto, responder con acusaciones, igualmente desmentidas y no tomadas en consideración, contra el marido de la secretaria general del PP, demuestra que la bajeza de algunas puñaladas vale más en ciertos sectores de la política española que las pruebas y las investigaciones serias. Cuando la opinión pública confunde los rumores con la verdad demuestra su malsana confusión. Cuando se pretende equipararlos sabiendo que una cosa y la otra son distintas de demuestra que esa débil opinión pública puede tener algún fundamento en confundir política con problemas y corrupción.
El debate en Castilla La Mancha tiene el interés de constatar un panorama político desconocido hasta ahora, la posibilidad de que el PP gane las elecciones regionales en feudos que tradicionalmente eran del PSOE por un electorado moldeable a las circunstancias. Cospedal ha suplido las incoherencias autonómicas de su partido en esa comunidad con una trayectoria que le coloca en una envidiable posición para ganar las elecciones. Debería tener más confianza, o más tranquila confianza, en sus posibilidades –y en sus amigos, más allá de los intereses y los rumores coyunturales- porque el peligro de Cospedal no es otro que ese: que, si las cosas no se vuelven del revés, ganará las elecciones.
Germán Yanke