lunes, noviembre 25, 2024
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Un «pelotazo» actual

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Si ustedes pensaban que en España ya es imposible dar un pelotazo, que es el nombre con el que se denomina a un enriquecimiento rápido de acuerdo con la teoría de un ministro de economía del gobierno González, están muy equivocados. España ofrece siempre oportunidades para ello. Faltaría más.

La idea surgió al ver las portadas de los periódicos deportivos en estos días veraniegos. En ellas se anuncian ofertas por jóvenes futbolistas que alcanzan los 28, 32 o 44 millones de euros, lo cual me obliga a multiplicar mentalmente por 166, tanto porque soy un cásico como para mantener la mente activa. El resultado es una cifra escalofriante en pesetas que justifica con creces el nombre de pelotazo, ya que la cosa además va de pelotas de fútbol.

España puede atravesar dificultades pero no para mentes tan dinámicas y emprendedoras como las de ustedes, queridos lectores, así que manos a la obra. Pero eso sí: hay que centrarse en el único sector al cual los bancos dan créditos y donde se atan los perros con longanizas: el fútbol.

Mi estrategia ha sido la siguiente: desde que tuve esta inspiración divina me he dedicado a ver partidos de fútbol de infantiles y juveniles. He contemplado con discreción las evoluciones de estos alevines hasta que he encontrado lo que en argot se llaman unas “perlas”, aunque ellos son unos hermanos muy machotes.

Una vez comprobada su calidad, firmé el oportuno contrato con su padre en la tradicional servilleta, que es como se hacen estas cosas en el también llamado balompié. Se dice que Zidane, Messi y muchos otros así lo hicieron.  Aparte de la tradición, también influye que estábamos en un bareto tomando unas cañas para animarle. Esa ha sido mi única inversión.

Mis perlas son dos. El primero atiende por Nachete. Es el nuevo Busquets. Alto y dominante, recupera más balones que los recogepelotas del tenis, jamás pierde la posición y cuando recibe el balón ya sabe a quién pasarlo pues su mente va un segundo por delante de la del rival. Una ganga.

El otro se llama Gonzalo. Compararlo con Messi no es una utopía: Domina las dos piernas, desplaza el balón como cosido a su bota y desequilibra con su rapidez a cualquier defensa. Su disparo es potente y bien dirigido. Si se pintase de negro las uñas de sus pies, se diría que también es el nuevo Cristiano Ronaldo, pero eso puede ser objeto de una negociación posterior.

Con estas dos perlas estoy a punto para dar el pelotazo de mi vida. Les animo a hacer lo mismo. Yo mientras tanto quedo a la espera de los representantes de diversos equipos a los cuales deseo desde aquí hacer una advertencia: no hablaré más sino es en presencia de un talón con muchos ceros.

Paco Fochs

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