Amnistía Internacional solicita apoyo con objeto de luchar por el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos cuyo articulado prohíbe la tortura y las penas crueles, inhumanas o degradantes, así como por salvar la vida de Sakineh Mohammadi Ashtiani, mujer que ha sido condenada a morir apedreada.
La lapidación es un castigo despiadado que se continúa imponiendo tanto a hombres como a mujeres en varios países. Pese a que Naciones Unidas defiende la eliminación del adulterio como delito en todo el mundo, en algunos lugares muchas personas son condenadas a muerte por ser adúlteras, por mantener relaciones sexuales siendo solteras, por enamorarse de alguien de diferente confesión religiosa o por ser homosexuales.
En la sociedad española actual -en la España de unas décadas atrás el amancebamiento y el adulterio eran sancionados por ley- castigos como el que acabo de mencionar son inadmisibles, pero como no nos atañen directamente porque acontecen a miles de kilómetros de distancia, protegemos nuestras emociones mediante una barrera intangible; por ignorancia, debilidad, miedo o impotencia, cerramos los ojos frente al dolor ajeno para mantener la inestable armonía en que compartimos privilegios y afinidades con unos pocos. Cualquier asunto difícil de tolerar, principalmente cuando alude a aspectos religiosos y éticos, genera tanto fastidio e irritación que la negación es la opción más fácil de elegir.
Por suerte y por desgracia vivimos en un mundo global en el que, si bien no estamos conectados en cuanto a ideologías y emociones, sí lo estamos -en mayor o menor medida- en lo referente al acceso a la información. Sin movernos de un confortable sillón podemos conocer qué sucede en las antípodas y acercar nuestro universo a quienes sufren lejos de nosotros, a quienes no conforman nuestro mundo más inmediato: aquellos seres desconocidos que levantan su brazo pidiendo ayuda.
De nuevo hoy, con un simple gesto de nuestra mano, podemos rechazar estas penas brutales, miserables y sanguinarias que continúan ejecutándose en muchos territorios del planeta. Sólo tenemos que acceder, si así lo deseamos, a la página web de Amnistía Internacional y firmar.
Mariam Budia