lunes, noviembre 25, 2024
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El Gobierno no es de fiar

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Las exigencias de la crisis económica pueden ser dolorosas, acompasadas, explicadas mejor o peor y, en su concreción, discutibles, pero de lo primero que debería huir el Gobierno es de la frivolidad. Tras la audiencia con el Rey, el presidente Rodríguez Zapatero –además de hablar de las primarias socialistas en Madrid como si para él fuese una sorpresa de la que se enteró por los periódicos de la mañana- dijo que, en el plazo de unos quince días, podía haber noticias “positivas” sobre el recorte de gasto en las inversiones de Fomento. Poco después, como si no hubiera explicado concienzudamente el ahorro en el Congreso y en rueda de prensa, el ministro Blanco apostilló que el recorte para 2011 era “excesivo”. Da la impresión, en primer lugar, de que las obras que puedan retomarse sean las menos, pero el planteamiento es frívolo y sospechoso.

El presidente, como prólogo al anuncio, dijo que había indicadores positivos aunque previsiones negativas para el tercer trimestre del año. Ni una cosa ni desde luego la otra justifican la rectificación del ajuste. Para empezar, es un argumento más que discutible que haga falta, en estas dramáticas circunstancias, mantener el gasto público para reactivar el crecimiento. Si no hay ajuste, incluso mayor que el anunciado hace menos de tres meses, el efecto negativo sobre la economía de la deuda y sus intereses será peor que cualquier empujón del gasto. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y las medidas deben ser quirúrgicas, sin paños calientes, aunque sí con un proyecto global y una explicación cabal. Si el Gobierno, otra vez, se ha equivocado, tendría que explicar al mismo tiempo en qué considera que se debe ahorrar lo que se le va a dejar gastar al ministro Blanco. Si no es así iremos aún más velozmente al desastre. Así que, tal  y como está planteado, de “positivo” nada.

Lo sospechoso es que se haga este anuncio de nueva rectificación cuando comienza la negociación presupuestaria en la que, por la perversidad del sistema y los planteamientos de algunos grupos, se va de cabeza al toma y daca, a conseguir los apoyos no por los objetivos y la concreción de una política económica, sino por pagos al contado o a plazos. Es otro motivo por el que el Gobierno, y su locuaz presidente en primer lugar, deben una explicación seria en sede parlamentaria y ante la opinión pública. Sin ella, habrá que concluir que no son de fiar ni cuando aciertan. Imaginemos cuando improvisan…

Germán Yanke

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