sábado, noviembre 23, 2024
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Acabar con ETA sin tregua

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Al Gobierno, que tenía pocas papeletas encima de la mesa, le acaban de poner otra más. Este otoño promete ser algo más que caliente. El alto el fuego de ETA puede incendiarlo. Una vez más, la banda ha utilizado la escenografía recurrente del video comunicado, la chapela y la capucha, esa estética del naufragio en el que perecieron los años setenta y la lógica del guerrillerismo foquista de Guevara.

Ellos, anclados en su particular día de la marmota, esperan que nosotros nos veamos abocados a tener, por ejemplo, opinión sobre el “nuevo proceso”, este escenario de no actos terroristas que nos anuncian. Pero a mi por lo menos me resulta tan insoportable su retórica fantasmal cuando los miro y los veo payaseando por la tele, como su retórica fantasmal cuando los leo o los oigo. Me hartan, me cansan, me aburren. Me molestan.

Siento que alguien se pueda sentir defraudado pero espero del gobierno – y confío en ello porque ahí está Alfredo Pérez Rubalcaba – una inmediata respuesta que deje sin contemplaciones a estos sujetos en el lugar que se merecen. Es decir, en la cárcel. Y espero que esa respuesta sea una nueva batida que meta en prisión a una nueva tanda de esa caterva de parásitos, criminal e intolerable. Que no se equivoque nadie.

Yo recibí con entusiasmo la tregua anterior. Defendí el proceso. Abjuré de quienes desde la intolerancia y desde el interés particular y electoral explotaron a las víctimas para boicotearlo. Y por eso dispongo de legitimidad moral para negarme a considerar como una información relevante este anuncio despreciable en toda regla. Más bien lo considero un acto de simplicidad crónica. Esa que es común en estos clones, unos de otros, que cuando asumen la jefatura del negocio repiten las mismas sandeces hasta el aburrimiento estelar. Eso sí, hasta que entran en prisión y, tras unos añitos de inmersión en la realidad, los ardientes y valerosos criminales se convierten por iluminación en críticos de la violencia.

Ni alto el fuego, ni tregua, ni nada que sirva para que nos caiga otra campañita de la derecha recalcitrante con el sufrimiento de la negociación encubierta, la ruptura de España, y toda esa sucesión de lugares comunes que nos castiga el alma tranquila con que contamos mientras aplaudimos la respuesta policía que el ministro Rubalcaba aplica con decisión y sin tregua. De ningún tipo. En nombre de la paz, ni una más.

Rafael García Rico

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