Hasta el momento de escribir este artículo únicamente constan las filtraciones interesadas y ciertas, de que la Presidenta de Madrid se va a cargar el Observatorio Regional contra la Violencia de Género. Está en su derecho, pero no es de recibo. Simplemente podría buscar mejores candidatos.
La Presidenta y Gran Señora de Madrid creó y utilizó esta Institución como escaparate sin fondo de almacén, para compensar estómagos agradecidos o para hacerse la foto con héroes.
La primera presidenta del Observatorio, Cristina Alberdi, llegó como llegó. Si algo gusta a la Gran Señora son los chaqueteros. Alberdi, después de un largo curriculum por la clandestinidad y la izquierda ortodoxa, su feminismo declarado y el paso por el PSOE -donde llegó a ser ministra de Felipe González- y hasta presidir la Federación Socialista Madrileña, se convirtió en una iluminada. Y, como otros muchos, vio la luz. Generalmente esas conversiones desestabilizan.
En cualquier tertulia a la que le invitaban, y eran muchas, repartía mandobles a diestro y siniestro a todo lo que olía a socialismo. Del que ella comió. ¡Qué cosas tiene la naturaleza humana!
A la Gran Señora de Madrid estos cambios de pareceres, como digo, le encantan. Resultó fácil buscarle un hueco. Y las tertulias dan para lo que dan.
Con ese nutrido curriculum de feminista y ex sociata, era la candidata perfecta para presidir el nuevo Observatorio Regional contra la Violencia de Género. Todavía estoy por ver que moviera un dedo. Es más, compatibilizando su cargo público con una tertulia en la cadena autonómica madrileña, surgió un desagradable episodio de supuesto acoso sexual por parte de un alto directivo a una trabajadora de la cadena.
¿Creen que hubo algún tipo de interés por su parte?
Pues eso…, a seguir en la tertulia del mediodía en esa televisión en el Observatorio como si nada.
Y después llega el profesor Neira.
¡Que levante el dedo quien no sintió solidaridad y se le enturbiaron los ojos de lágrimas por aquel acto heroico en defensa de una mujer maltratada y las consecuencias que tuvo para él!
Todos seguimos su evolución clínica y nos alegramos cuando salió del hospital. En el camino se nos olvidó a todos, también a su entorno, las denuncias por la deficiente asistencia médica que recibió en los hospitales de la sanidad pública madrileña. Pronto se olvidó y no quiero pensar que fuera por un cargo.
Y aunque lo escriba a toro pasado, tras salir del estado de coma, me empezaron a mosquear sus entrevistas exclusivas en diferentes medios de comunicación. Entre todos habíamos creado un nuevo héroe, un ejemplo. Pero su manifiesto exceso de protagonismo me provocaron recelos.
Y la Gran Señora de Madrid que, para estas cosas, es un lince, le faltó tiempo para encargarle la presidencia del Observatorio contra la Violencia de Género. Lo hizo sin calibrar las posibles secuelas físicas, o de otro tipo, que pudiera tener. Era un héroe que le podía servir para su propaganda, y eso le bastaba.
No voy a cargar contra el profesor Neira, a quien respeto. Pero las dudas que me habían provocado su comportamiento se disiparon de un plumazo con la publicación del libro “España sin democracia”.
Ahí, en ese momento, es cuando la Gran Señora de Madrid debía haber prescindido de él. Sin embargo, las críticas recibidas, especialmente, desde la izquierda madrileña, llevaron a la Comunidad de Madrid a atrincherase en su defensa y apuntalarle públicamente por su ejercicio de libertad de expresión. Eso de dar el brazo a torcer no va con la inquilina del kilómetro cero.
Sin embargo, me cuentan, ahí acabó su trayectoria como responsable de la Institución en la que, por otra parte y como Alberdi, no había hecho nada. Únicamente cobrar.
En Sol, me consta, no gustó nada su libro y esperaban a que se diluyera su efecto. Y se diluyó.
Por eso no me creo en absoluto que la Gran Señora tuviera previsto cerrar el Observatorio. Lo ha decidido ahora. Por la alcoholemia de Neira.
Lo que debería hacer la Presidenta es mantener ese órgano, que puede ser muy valioso y útil para las víctimas del maltrato y buscar, para dirigirlo, a una persona capacitada que no tuviera en su curriculum secuelas políticas ni de salud. Alguien sin servidumbres y comprometido en la lucha contra la violencia de género. Alguien para quien la nómina no sea un chollo. Y, por supuesto, que su nombramiento tampoco sea un acto demagógico para quien lo nombra.
Estoy seguro de que existe.
Si los dirigentes hicieran política y no populismo, otro gallo cantaría.
Alfonso García