lunes, noviembre 25, 2024
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Lo que se juega Zapatero en las primarias

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Zapatero sobre las primarias en Madrid, ayer en la Ejecutiva: “A estas alturas, yo no me juego nada en esto”. No es una novedad. Todo el PSOE, incluyendo a los dos contrincantes por la candidatura socialista, han repetido en cada ocasión, en cada entrevista, que esto no va con el presidente, que la batalla de Madrid es un sano ejercicio de democracia interna donde, pase lo que pase, el PSOE y el presidente del Gobierno saldrán fortalecidos. Es una manera de verlo y hay incluso quien se lo cree. Es verdad que es anormal que la base del sistema democrático – los partidos políticos – sean estructuras dictatoriales. Viendo lo sangrientas que son algunas batallas internas en otros partidos, como en el actual PP, preguntar a los militantes no parece una mala manera de solucionar los problemas de liderazgo. Pero por mucho que se repitan en público las bondades de unas primarias que nadie quería, en privado todos los dirigentes socialistas son conscientes de hasta qué punto debilitaría a Zapatero una derrota de su candidata, Trinidad Jiménez.

Lo malo para el presidente es que ese escenario, el de un Tomás Gómez vencedor en las primarias, es de lo más plausible. “Si pasamos de cuartos, ganaremos la final”, repite Trinidad Jiménez, consciente de que la primera vuelta no está, ni mucho menos, ganada. “Yo hay días que me levanto pensando en votar a Tomás y me acuesto diciendo que apoyaré a Trini”, cuenta un veterano militante del socialismo madrileño, “Y todos estamos casi igual, puede pasar cualquier cosa”.

A favor de Trinidad Jiménez juega su popularidad, los datos de las encuestas y una percepción, que sí ha calado, de que su candidatura tendría hoy más posibilidades frente a Esperanza Aguirre que la de Tomás Gómez. También suma el respaldo  de la primera línea del Gobierno y de la mayor parte de la Ejecutiva Federal del PSOE; aunque aún está por ver si suma o resta porque ese mismo apoyo orgánico hace que ese peculiar electorado que decidirá su suerte la perciba como la candidata del poder, cuando es su rival, Tomás Gómez, quien controla el partido de Madrid. “Trini es la candidata que reta al secretario regional, pero es Tomás quien aparece como David contra Goliat”, dicen desde su candidatura. A día de hoy, Trinidad Jiménez ni siquiera cuenta con los avales necesarios para ser candidata. “Los conseguirá”, confían en Ferraz, pero no es tarea fácil: es el 15% del censo, y ahí sí que cuenta, y mucho, el apoyo de los líderes de cada agrupación, que mayoritariamente parecen estar con su rival.

En el caso de Tomás Gómez, a su favor juegan tres años en los que puede que no haya conseguido convertirse en un rostro conocido para la mayoría de los madrileños, pero sí se ha pateado todas las agrupaciones socialistas de la Comunidad de Madrid, que son los que ahora votan. Ha logrado presentarse ante los militantes del PSM como la víctima de otra decisión arbitraria de Ferraz después de años de duro trabajo. Es un arma de doble filo: en muchos militantes socialistas, que estarían dispuestos a apoyarle, hace mella el mensaje de que Gómez es “el candidato de la derecha”; que su victoria sería una derrota para su presidente y secretario general.

Tomás Gómez también tiene otra carta que jugar: la del descontento de gran parte de la base socialista con las últimas medidas de recorte del Gobierno; el cabreo que cristalizará en la cercana huelga general. No es casual que presentase su candidatura este domingo en una sede de UGT, el mismo día en que Zapatero se tenía que ausentar de Rodiezmo.

Pero si Gómez gana, ¿qué será de Zapatero? A corto plazo, nunca pasa nada. El ganador, sea el que sea, abrazará al vencido y su primera tarea será recomponer puentes en un partido que hoy tiene que elegir si prefiere a papá o a mamá; ayudaría que el vencedor fuese generoso. A largo plazo, si Trini pierde, sería una dentellada más para la fuerza política del presidente del Gobierno, cuya popularidad cada día está más deteriorada, y que con esta derrota perdería también autoridad interna. La discusión sobre si Zapatero debe o no debe volver a ser el candidato estará mucho más abierta. En el PSOE, algunos barones, como Patxi López o José María Barreda, ya se preparan para ese escenario, el del postzapaterismo socialista. Cada día parece menos lejano.

Ignacio Escolar

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