sábado, noviembre 23, 2024
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Ecumenismo

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Vaya fiasco. Van pasando los años y una de las ingenuas esperanzas que siempre tuve no solo no se cumple sino todo lo contrario.

Esperaba que en estos años que me han tocado vivir se produjera lo del ecumenismo, es decir un primer acercamiento entre las religiones católicas y posteriormente una fusión con todas las religiones monoteístas. Que así se llaman a las que reconocen a un solo Dios. Soñé que incluso podría ser testigo y festejarlo como se merece. Nada de nada y mi tiempo es limitado.  Por ello, pese a mí optimismo visceral, creo que algo tan lógico y racional, por lo cual seguro que ocurrirá en un futuro, yo ya no lo veré.

Mis esperanzas se basaban en distintas razones: en los años sesenta se culminó el Concilio Vaticano II. En aquellos años parecía que todo podía ser posible. También opinaba que era algo con gran sentido común y por ello sería fácil un arreglo de los temas que provocaron los cismas que nos separan de nuestros vecinos europeos del norte y del este, es decir: los distintos protestantes y los ortodoxos. Otro motivo era la política de fusiones en otros ámbitos de la sociedad y por último (reconozco que esto es más egoísta) contaba mi deseo de presenciar un gran evento que superase cualquier olimpiada al uso. Estas últimas creo que han tocado techo desde Pekín, perdón, Beijing. Las futuras olimpiadas se me antojan ya algo cansinas.

Una vez fusionados los católicos podríamos negociar con otras religiones que aceptan la existencia de un solo Dios, como judíos, musulmanes y budistas. Eso sí, respetando ciertas costumbres de cada uno. Por ejemplo sería innegociable la prohibición de tomar jamón, vino u otras viandas así como se debería regular la posibilidad de tener hasta cuatro esposas a la vez, ya que las y los occidentales no estamos preparados para tantísimo stress que dicha situación jurídica debe provocar.

Pero bueno, esto son aspectos que no deberían molestar si el fin es tan elevado como el que propongo. Me gustaría comprobar cómo se iban a manejar los negociadores: su flexibilidad y capacidad de llegar a acuerdos. En mi vida laboral he vivido de cerca alguna fusión y sé que es muy difícil pero no imposible. Esto además sería causa de otro evento magnífico, de varias jornadas, como jamás hemos podido soñar que daría paso a una era de felicidad terrenal. Lo cual ya va siendo hora.

Frente a este panorama tan idílico, lo que en los años sesenta parecía lógico e incluso posible se ha convertido a principios del siglo XXI en algo totalmente utópico. Todas las religiones se han radicalizado, si bien es justo reconocer que unas más que otras. Además siguen las guerras con trasfondo religioso e incluso en Florida un pastor incita a unas “fallas” a base del Corán, lo cual me parece peligroso y de muy mal gusto.

Y en estas viene Stephen Hawking y comunica urbi et orbe su escepticismo sobre la existencia de Dios.

Me parece que definitivamente me voy a quedar sin eventos.

Paco Fochs

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