lunes, noviembre 25, 2024
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Labordeta: el viejo árbol

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Algunos hicimos la transición a golpe de porrazos, dando voces, escuchando canciones y consumiendo horas de nuestra juventud en interminables reuniones de célula, aprendiendo dialéctica, pintando fachadas con frases que eran ideas -eso que ahora los banales llaman mensajes-, y tratando de descubrir, con nuestros escasos años de existencia, las verdades de la vida cultivando un espíritu de entrega y dedicación que, ahora, muchos años después, echo en falta en mi mismo y en muchos de los que me rodean.

La memoria de aquel tiempo tiene un ritmo sencillo, hecho de voz y de guitarra. La fuerza de la letra se impone a los adornos y los arreglos son el coro de canciones escritas para compartir su canto.

Puede que al final haya un día en el que al levantar la vista veamos una tierra que ponga libertad. Es posible, si. Así lo decía, al menos José Antonio Labordeta, que llenaba plazas de toros, campos de futbol o recintos feriales con su sola presencia, y que lograba multiplicar los asistentes con la ayuda de las compañías de la Policía o de la Guardia Civil.

Labordeta, el que alumbro la transición dando forma musical al coraje de este pueblo, nos puso en pie, nos hizo estrechar las manos, nos hizo cantar, nos hizo soñar. Nos dio fuerza  y nos dio el compás que necesitaba nuestra razón: mantener la ilusión, mantenerse erguido, confiar en la esperanza.

Y como a tantos otros, a Labordeta se le arrinconó cuando la necesidad terminó y la moda pasó. Se redujo el presupuesto de los actos, se redujeron los actos, se redujo nuestra cultura y nuestra libertad. Siempre pasa igual. Como con Buero Vallejo, para no citar a más.

No somos especialmente generosos, es cierto. Las cosas como son. Y Labordeta se labró sólo con su esfuerzo y sin ayuda alguna un nuevo futuro que lo llevó de la tele a las Cortes. Y entonces, resurgió el genio: la dignidad se subió a la Tribuna hasta entonces invadida de blablases, tedio y naderías retóricas de políticos de tercera, presuntuosos y aburridos. Labordeta brilló allí como brillaba en el escenario cantando a la Libertad.

En la voz de Labordeta escucho la voz de mi memoria. A muchos les pasará lo mismo. Nos pasa a los que somos como esos viejos árboles batidos por el viento….

Rafael García Rico

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