Era un secreto a voces que habría acuerdo PNV-PSOE para sacar adelante los Presupuestos para 2011. Lo que hace apenas unos meses, y quizás por introducir un punto de emoción innecesaria, la aprobación de las cuentas públicas se presentaba como un obstáculo a salvar para que la legislatura no se viera truncada antes de tiempo, se ha resuelto en apenas tres semanas, porque el acuerdo, técnicamente hablando, no es fácil, pero estaba hecho porque esa y no otra era la voluntad política de las partes.
Una vez que el Presidente del Gobierno renunció a dejarse la piel en un gran acuerdo con el principal partido de la Oposición, que es lo que la situación requiere, lo más fácil era el pacto con el PNV. Un PNV que sigue creyendo que Patxi López está donde no debe y para el que presentarse ante la opinión pública en general como partido responsable y ante la vasca como especialmente eficaz era coger el oxígeno perdido. Con este acuerdo, al PNV –cristiano de toda la vida– le ha venido Dios a ver y Zapatero —en onda laica—ya tiene la certeza de que la legislatura va a depender ya única y exclusivamente de su capacidad de resistencia. A estas alturas no es posible más agenda que la de resistir y, en esta materia, nuestro Presidente es un maestro. Son muchos los que, en mi opinión, se apresuran cuando le dan por amortizado.
Como en política no hay nada inocente, el acuerdo PNV-PSOE se ha sellado a escasas horas de que Patxi López comparezca hoy mismo en el Parlamento vasco. Este que debería ser “su” pleno, va a ser el pleno del PNV por mucho que desde el Gobierno vasco se hagan esfuerzos ímprobos por tratar de reconducir una situación que objetivamente les incomoda. En el Gobierno vasco afirman que todo está bien, porque el PNV vuelve a la senda del Estatuto. Lo dicen porque algo hay que decir, pero bien saben los socialistas vascos que en cuanto encuentre una rendija o la coyuntura política lo aconseje, el PNV –pragmático donde los haya— a no tardar planteará otras cuestiones que con seguridad van a superar los lindes del Estatuto. Cuando esto llegue, quien va a tener que lidiar con la situación no va a ser José Antonio Alonso, sino Patxi López. En el País Vasco es un valor entendido que los riesgos del lehendakari están en eso que se llama “fuego amigo”.
El objetivo del EBB nada más verse fuera de Ajuria Enea era, y sigue siendo, el “maximizar nuestras presencias institucionales”. Y lo han conseguido. Hay que conocer muy de cerca la política vasca para comprender hasta qué punto el acuerdo ayer suscrito es más y algo distinto a un mero acuerdo presupuestario. Es un acuerdo que al PNV le proporciona un interesante recorrido político, le coloca en una buena posición de salida para las elecciones municipales y que obliga, o debería obligar, al ejecutivo de Patxi López y al propio López a una mayor presencia, a un redoblado esfuerzo para lograr una mayor empatía con la mayoría de los ciudadanos vascos. Los socialistas de López necesitan, en la medida de lo posible, conjurar en las municipales vascas los malos vientos que parecen sacudir al PSOE y ello sin olvidar ni por un segundo que el PNV es mucho PNV.
El reto del lehendakari es no perder ni un centímetro de terreno, porque de lo contrario el paso de los socialistas por Ajuria Enea puede convertirse en una anécdota. Y si los nacionalistas vuelven lo harán para quedarse. El EBB en su reunión de ayer intuyó que el camino de vuelta había comenzado.
Charo Zarzalejos