En el asunto de la transferencia de las políticas activas de empleo al País Vasco no nos encontramos, en primer lugar, con un PNV que, por su cuenta, amparado en la inactividad del Gobierno de Patxi López, negocie con el presidente Rodríguez Zapatero. Sobre esta cuestión, el vicepresidente tercero Manuel Chaves y el consejero de Interior del Gobierno vasco, Rodolfo Ares, anunciaron ya la existencia de un acuerdo concreto que se iba a formalizar en breve. El PNV, en la negociación de los Presupuestos de este año, lo paralizó y en la de los del próximo ha impuesto un nuevo y distinto acuerdo. Si esto le parece a López, como le hacen decir, una oportunidad y una buena noticia, lo mejor es votar al PNV en las próximas elecciones.
En este tema, la transferencia no se había hecho antes, como si se hizo a otras comunidades autónomas, porque las pretensiones de los gobiernos nacionalistas en el País Vasco fueron consideradas, tanto por el PP como por el PSOE, tanto por los sindicatos como por los expertos, un sistema nocivo para el mantenimiento de la caja única de la Seguridad Social y para el sostenimiento de una de las columnas básicas del Estado y de la solidaridad interregional. Ahora, por la necesidad de mantenerse en el Gobierno aprobando los Presupuestos de 2011, el presidente cambia la posición, desbarata lo que hasta ayer se defendía, y acepta transferir las bonificaciones empresariales. Lo tendrá que hacer, en este desbarajuste en el que se ha convertido su supervivencia, a otras comunidades autónomas y, como en muchas otras cosas, las políticas generales serán cada vez más imposibles. Si al lehendakari López esto le parece magnífico, como le hacen decir, lo mejor será votar la próxima vez al PNV y, en otros sitios, a las opciones más reivindicativas en el desmantelamiento de la columna vertebral del Estado, ya sea en materia de organización judicial o de la Seguridad Social.
Si todo esto se hace, además, atendiendo a un partido nacionalista de una comunidad autónoma que es deficitaria en las prestaciones de la Seguridad Social y en la que no se sabe bien si la traslación a este asunto del automatismo del cálculo del Cupo puede ser, si cambian las circunstancias, hasta negativa, y al lehendakari le parece que se acerca al éxtasis de un gobernante satisfecho, lo mejor es votar al PNV la próxima vez o, simplemente, quedarse en casa porque, se vote lo que se vote, se termina votando a favor de los caprichos y los beneficios coyunturales del PNV.
Si el lehendakari López se ve forzado a mostrarse tan contento, incluso con la “deferencia” del presidente Rodríguez Zapatero que le llamó muy solícito para informarle de su acuerdo con Iñigo Urkullu, no es que, como se ha dicho, acepte ser un personaje secundario en esta representación, sino que, sencillamente, acepta ser el jefe de cla de este teatrillo sorprendente.
Germán Yanke