jueves, octubre 3, 2024
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Vuelven los barones del PSOE

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Habla José María Barreda, presidente de Castilla-La Mancha: “En contra de la opinión de muchos dirigentes, soy partidario de la limitación de mandatos a ocho años”. “Los pelotas que le dicen amen al jefe lo único que hacen es estrellar al jefe, no son leales”. “Se está haciendo mal”. “O cambiamos de rumbo o acabaremos llegando al lugar al que nos dirigimos: y nos dirigimos a una catástrofe electoral”. “Hay que emitir señales inequívocamente claras de que se cambian algunas políticas y algunos planteamientos”. “Yo estoy muy cerca de los militantes de Castilla-La Mancha, creo que estoy mucho más en sintonía con ellos que con algunos dirigentes de la calle Ferraz”.

Estas declaraciones, el jueves por la noche en Onda Cero, no han sentado nada bien en el Gobierno, especialmente su defensa de los ocho años de mandato. “Lo podía haber dicho cuando José Bono”, ironiza un ministro, que recuerda que el antiguo jefe de Barreda presidió Castilla-La Mancha durante nada menos que 21 años… y aún sigue en política.

Pero dejemos esta contradicción para volver a la mayor: a la crítica interna contra el presidente. ¿Se ha abierto la veda dentro del PSOE tras la derrota de Trinidad Jiménez frente a Tomás Gómez? No tanto como eso. La línea crítica de Barreda no es nueva. Hace ya tiempo que marca distancias con Zapatero; fue él también quien primero planteó al Gobierno –sin éxito– que recortase ministerios como gesto de austeridad y después lo hizo en su propia casa, a modo de ejemplo. Pero lo que sí ha cambiado –aunque en esta cuestión, las primarias son sólo una gota más– es la valoración popular de Zapatero, con el añadido de su no resuelta posición sobre las elecciones de 2012.

La imagen del presidente ha dejado de sumar en muchas autonomías, donde el PSOE se la juega dentro de pocos meses. Castilla La Mancha es el ejemplo más extremo de esta ecuación. En esta autonomía, donde el PSOE lleva gobernando desde que nació, Zapatero nunca ha ganado las elecciones generales, ni siquiera en su mejor momento de valoración política: en 2004, el PP venció por diez mil votos; y en el 2008, esa distancia creció hasta casi 60.000.  Por eso entra dentro del juego que Barreda, que sacó al PP casi 100.000 votos en 2007, marque la mayor distancia posible ahora que pintan bastos para el Gobierno. “Los ciudadanos son muy inteligentes y saben perfectamente de qué se trata en cada elección”, dice Barreda, que pone toda la distancia posible: “No necesito a ningún líder nacional en Castilla-La Mancha”.

Esta estrategia, sin embargo, es bastante peligrosa, como critica otro de los barones, el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, con una metáfora taurina: «Yo no soy partidario nunca ni de sacar al torero en hombros ni le tiraría almohadillas, entre otras cosas porque yo soy de la cuadrilla. Yo no entiendo que alguien pueda pensar en estos momentos que lo que está ocurriendo, que la crisis por la que atravesamos, esté sólo y exclusivamente, en manos de Zapatero, la solución”. “Ahora lo popular es ponerse de medio lado y dejar solo al torero, sin cuadrilla, y yo no lo voy a hacer”. Afirma Fernández Vara.

Pero la crisis interna tiene otro fondo, y no son las elecciones autonómicas sino las generales de 2012: quién será el candidato socialista. Qué sucede si Zapatero decide retirarse; una opción que cada día parece más probable por cómo va modulando su discurso: por esos mensajes sobre hacer las reformas “cueste lo que me cueste”, que parecen adelantar un final en el que el presidente quema su imagen porque ya no tiene nada que perder.

Si Zapatero se va, ¿quién lo hereda? Con su trayectoria, es imposible que su sucesor sea fruto de un dedazo. Así que hay dos opciones: unas primarias o un congreso extraordinario. Y en cualquiera de esos dos escenarios, el control que tienen los barones del aparato en este partido federal será clave. “Se creen algunos ministros que van a ser ellos los que sustituyan a Zapatero y no, si Zapatero cae la responsabilidad no sólo es suya sino también de su equipo, así que ellos no valen”, dice un importante dirigente autonómico. Por eso Rubalcaba y José Blanco tenían tanto interés en que ganase Trinidad Jiménez. Por eso Carme Chacón y los suyos maniobraron también, sin hacer ruido, a favor de Tomás Gómez. Por eso Barreda puede permitirse ir un poquito más allá en las críticas. Por eso Griñán también jugó a favor de Tomás Gómez. Por eso insiste Fernández Vara en que se aclare el escenario y por eso es tan importante cómo quede el PSC tras la previsible derrota en las catalanas.

Ignacio Escolar

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