En el próximo comité federal del PSOE deberían alquilar sillas. Al menos, para escuchar a José María Barreda. Al presidente de Castilla-La Mancha no le toca la ropa al cuerpo y trata por todos los medios de marcar distancias con Madrid. Después de pedir un cambio de rumbo para evitar “la catástrofe electoral”, al barón castellano le llovieron los guantazos de sus compañeros, que piensan igual que él pero practican una mayor discreción. Tanto cuando les ponen un micrófono delante los periodistas y como cuando se encierran en una sala de Ferraz.
Guillermo Fernández Vara, un hombre al que le gusta hablar claro, contestó que no es momento de que la cuadrilla deje solo al torero. Vamos, que le llamó cobarde. Barreda dio entonces un pasito atrás, asustado por la que había liado. Por lo visto, sólo fue para coger impulso.
En un artículo publicado este domingo en El País, ha atacado de nuevo: “Como presidente de Castilla-La Mancha no pertenezco a ninguna cuadrilla. Me debo a todos los ciudadanos sin distinción”. Esa precisión y la de que ahora se juega la liga regional, sigue calentando el ambiente del comité del sábado.
Por si a algún votante socialista cabreado se le ocurre castigar al presidente del Gobierno por persona interpuesta, Barreda ha considerado necesario explicar a los ciudadanos que lo que votarán el próximo 22 de mayo serán la educación, la sanidad y los servicios sociales que quieren. También ha dejado claro que la de mayo es su última vez. “Porque en Castilla-La Mancha tenemos limitación de mandatos”, dice sin mirar a nadie.
Para no pasarse de la raya, el presidente castellano-manchego pide pedagogía y la practica afeando a Mariano Rajoy que quiera llegar a La Moncloa con unas elecciones en las que él no es candidato. Aunque eso sea cierto, la sensación es que lo que Barreda quería decir es que no se presenta Zapatero.
Luz Sanchis