En el pasado, cuando los hombres tenían la exclusiva de proveer económicamente a su hogar, si le preguntaban a una madre de hijas casaderas qué tipo de marido preferían para sus hijas, generalmente contestaban que sólo deseaban que su futuro yerno fuera “honrado y trabajador”. Estaban definiendo al actual presidente del Gobierno.
Actual y por lo que parece pretende ser vitalicio, pues con la remodelación de gobierno de esta semana, me suena que ya ha nombrado sucesor: él mismo. A los llamados “hombres fuertes” siempre los colocan de defensas. No se equivoquen.
Claro que a estas dos imprescindibles características: honradez y laboriosidad, hoy se precisan añadir algunas cualidades más. Tanto para ser un yerno ideal como para ser presidente de Gobierno.
No conozco al señor Zapatero pero pondría la mano en una vitrocerámica (servidor procura ser prudente y a la vez acoplarse a la modernidad) por su honradez. Lo cual es estupendo. Con todo lo que está aguantando, nadie ha podido hablar de supuestas corrupciones o prácticas sospechosas. Ya sé que esto debería darse por supuesto, pero no ocurre lo mismo en otras áreas. También hay que reconocer que utilizamos la palabra honradez con sólo connotaciones económicas.
Trabajador también lo es. Incluso demasiado. Si tuviera que defender la llamada Fiesta Nacional, que no es el caso, se lidiaría él solito toda la Feria de San Isidro.
Viene todo esto a cuento porque con sólo estas dos cualidades, por ejemplo, no te puedes sentar con unos tiburones de Wall Street como hizo recientemente. Por muy trabajador que seas. El asunto sería similar a que yo me largase a Las Vegas para jugar al póker con un selecto grupo de jugadores profesionales. Con mucha suerte y cierta misericordia me dejarían con sólo el billete de vuelta.
Pero no pretendo juzgar las actuaciones del señor Zapatero. Después de seis años y medio me cansan tanto los pocos elogios como las abundantes críticas que recibe. Además compañeras y compañeros con más conocimiento y dedicación que yo, lo tratan ya estupendamente en este diario. Si lo saco a colación es sólo como un ejemplo, no precisamente ejemplar, sobre el grado de exigencia preciso para andar por el mundo profesional y político en la actualidad.
Así como conclusión cabe suponer que las potenciales suegras de hoy a lo de “honrado y trabajador” seguro que también piden que su futuro yerno tenga cierta inteligencia emocional y de la otra, conocimientos profundos de economía, de informática, tres o cuatro idiomas, varios doctorados, diplomas en psicología y alguna cosa o master más.
Lo lógico es que nosotros pidamos lo mismo a quién pretende gobernarnos.
Opino que cualquier tiempo pasado fue peor. Pero era más fácil.
Paco Fochs