Después de nombrar a Alfredo Pérez Rubalcaba como hombre fuerte del Ejecutivo, se llenó el Consejo de Ministros de perfiles políticos con vida propia. José Luis Rodríguez Zapatero colocó al frente de la mayoría de carteras a verdaderos pretorianos, todos ellos, y ellas, con largo recorrido frente a los medios de comunicación. Leire Pajín, Rosa Aguilar o Ramón Jáuregui, vinieron para sumarse a José Blanco, Manuel Chaves, Carme Chacón, Trinidad Jiménez, Miguel Sebastián… Pero, en el gobierno de los portavoces, como lo llaman en la corte, el presidente es el rey.
Además de la rueda de prensa habitual que Rubalcaba ha vuelto a ofrecer cada viernes tras el Consejo de Ministros, existen otros canales de comunicación con veteranos periodistas que el presidente utiliza de forma exclusiva. Dicen que lo ha hecho siempre, pero sorprende que la práctica se mantenga tras haberse rodeado de tantas voces autorizadas para explicar a los españoles, a través de los medios de comunicación, la labor de los socialistas en el Gobierno para sacar a España de la crisis.
Lejos queda aquella relación presidencial con Pedro J. Ramírez, una vía que parece muerta para Zapatero, ya que muchos se preguntan cuáles han sido los frutos – el beneficio, para entendernos – de tan extraña intimidad. Los dos grandes periódicos del país (y grupos multimedia también) han llegado a la conclusión, por diversos motivos, de que el nuevo vicepresidente deberá saltar el último escalón que le queda más pronto que tarde. Mientras desde la izquierda (mediática) se mantiene la lógica histórica en su apuesta, desde la derecha se abogaría por esta solución como la más rápida para enterrar de forma definitiva a Zapatero. Quizás por ello, el presidente sigue descolgando el teléfono para hablar de forma directa con los periodistas. Sin intermediarios. Por si acaso todavía le quedase una vida más, y una convocatoria electoral en la que pelear.
Ion Antolín Llorente