lunes, noviembre 25, 2024
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A vueltas con ETA

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Con el nuevo Gobierno, y por las declaraciones del propio Presidente, ETA vuelve a estar en el centro del debate. Afortunadamente lo está en condiciones de una debilidad nunca antes conocida y con un Estado de derecho que se ha ido dando fortaleza a sí mismo, aplicando al máximo la presión policial y con un ambiente social que, en grado sumamente mayoritario, está decidido a deslegitimar cualquier ocurrencia que venga de  la mano de la violencia.

En los últimos tiempos se han abierto unas expectativas que alimentadas por la izquierda abertzale nos coloca en una situación de un cierto riesgo. El riesgo no es otro que la ensoñación, que la prisa porque ETA acabe, por considerar que estamos en la orilla de su desaparición. Cierto que ETA está debilitada, cierto que la Policía no le deja resquicio alguno para su reorganización. Todo eso es cierto, pero todo es más eficaz si se mantiene el escepciticismo y el nivel de exigencia.

Al parecer, la izquierda aberzale, es decir: Batasuna, ha pedido a los terroristas una tregua verificable y sin condiciones. Ya sabemos lo que dice la izquierda abertzale, pero no lo que dice ETA. Los comunicados de las últimas semanas son más de lo mismo y por no citar no cita, siquiera, el término “tregua”. Pero ¿sería bastante una tregua verificable? No, no debiera serlo. Una tregua es sólo un parón y esta estrategia ETA ya la usado y abusado.

Todo lo que no sea su desaparición efectiva, el cierre de la persiana, portazo a su propio pasado, no debería ser suficiente. Cuidado con las ensoñaciones y, sobre todo, cuidado con conformarse con un alto el fuego. Nada de esto debiera valer para una organización terrorista que siempre que ha podido se ha reído de la democracia. Cuidado con las ensoñaciones y cuidado con el argumento de “la salida digna”, porque ese argumento lleva, inexorablemente, a algún tipo de contrapartida que en absoluto se les debería dar.

Estamos en tiempo de una cierta expectación y esta expectación la va a resolver la propia organización terrorista intentando el sí pero no, en el que ni el Gobierno ni la opinión pública debería dar por suficiente. No está escrito en ningún sitio, nadie tiene garantía absoluta, de que ETA no vuelva a atentar. Si esto ocurriera, la izquierda abertzale no lo “aprobaría”. Tampoco la no aprobación debe ser suficiente. No hay, no debe haber margen para las medias palabras. Y el Gobierno y los ciudadanos no lo deberían considerar suficiente. No cabe más que ETA certifique su propia desaparición, o que la izquierda abertzale condene los atentados y a sus autores. Todo lo demás son trampas en el solitario y, además, muy peligrosas.

Charo Zarzalejos

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