Eguiguren, auténtico protagonista en la sombra de la temática pacificadora del país, insiste en convocar al PSE y PP, partidos que encarnan el cambio político en Euskadi, a que asuman un mayor liderazgo en el renombrado “proceso de paz”. “Patxi y Antonio” –dice coloquialmente- “tienen que arriesgar más, porque nadie en el resto de España tendría el valor de reprocharles nada”. (El Correo,31/10/10). Parece estar convencido.
Se entiende en el subterfugio del verbo “liderar” el mostrar benevolencia ante los viejos/nuevos aires que corren por el debilitamiento de ETA y el aireado debate interno de su brazo político para “apostar” exclusivamente por las vías políticas. Resurge así la vieja tesis de que hay que moverse para que el binomio ETA/Batasuna renuncie al terrorismo, como si se descartara que ellos lo puedan hacer (si quieren). Resucita también la actitud del “algo hay que hacer” frente a la estricta actitud combativa contra los comportamientos antidemocráticos.
Andoni Ortúzar, el presidente del PNV de Vizcaya, anima al lehendakari a que rompa con el PP, estimulado por los nuevos aires. El líder nacionalista Urkullu, dice estar molesto, aunque no resulte creíble, por la “filtración” de su cena con Rubalcaba, en la que hablaron de la cuestión de la pacificación, que anula todas las demás iniciativas del Gobierno de Vitoria. A Urkullu, el pacto (PSE_PP) le parece más “un rapto”. Se entiende que por parte del PP.
Se impone recordar lo obvio: López preside el Gobierno de Vitoria gracias a un acuerdo con el PP que le dio la mayoría absoluta.
También desde otros sectores socialistas se preguntan sobre el liderazgo del lehendakari, inquietos por el “bajo perfil” de López en este discurso de pacificación, más allá del desaire por el acuerdo de transferencias PSOE-PNV por el pacto presupuestario. Unos apremian a que Patxi López tome las riendas del discurso “y no vaya por detrás y con un discurso más duro”. Miedo a perder. Y otros, en sentido opuesto, exhortan al lehendakari a que se haga más presente, pues lo contrario “tampoco es bueno para el pacto con el PP”.
Hasta ahora ha mantenido un discurso de firmeza contra el terrorismo en equilibrio con la expresión de un deseo de paz. Pero ¿qué puede decir el lehendakari que no haga crujir el pacto mismo en Euskadi o, en sentido opuesto, la coherencia con los mensajes del Gobierno de Zapatero?
Otra cosa es lo que piense ¿Qué piensa Patxi? Porque, es verdad que quien calla, otorga. Remiso a “liderazgos mesiánicos” –según sus palabras- su templanza podría interpretarse como una renuncia. Son los riesgos de una prudencia mal comprendida en medio de un griterío en el que cada cual apela a que arrime el ascua a su sardina. Pero si tiene la determinación de persistir en el cambio político, la sensatez bien podría ser su mejor aliado en tiempos que alternan la inmediatez con la nada.
Chelo Aparicio