La inesperada muerte del ex presidente de la Argentina Néstor Kirchner, a los 60 años, por una afección cardíaca, ha cambiado a la Argentina. Ocho presidentes sudamericanos estuvieron presentes para despedir sus restos, en tanto miles de argentinos desfilaron ante el féretro y saludaron a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a sus dos hijos. Políticos kirchneristas, madres y abuelas de Mayo, algunas figuras de teatro y TV, y el inefable Maradona (quien hace unas semanas visitó a Kirchner en busca de apoyos para volver como DT a la selección argentina, según dicen) se situaron en primera fila, junto a Cristina Kirchner. En tanto, al ex presidente Duhalde no le fue permitido ir al Salón de los Patriotas de la Casa Rosada, donde estaba el cuerpo del ex presidente, ni tampoco fue autorizado el actual vicepresidente, Cobos, ni el jefe del Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri. Hubo, en las calles, multitudinarias manifestaciones de apoyo y el kirchnerismo, y no lejos de la viuda se mantuvo firme el jefe de la CGT, Héctor Moyano.
Néstor Kirchner fue sepultado en su tierra, al sur, en Río Gallegos. Miles de personas acompañaron el féretro hasta el aeropuerto en Buenos Aires. Y al llegar a su ciudad natal, la multitud se volcó a las calles masivamente, al punto que la despedida recordó a muchos el día del triunfo del político argentino.
Aún es demasiado pronto para responder a la pregunta que comienza a hacerse todo el mundo. ¿Y ahora qué sucederá? La presidenta Cristina Fernández seguramente cambiará los roles de varios integrantes de su gabinete, porque no pocos ministros respondían más a su esposo que a ella. Para empezar, el canciller Timerman, muy cercano a la presidenta, ya la postuló a la reelección. O sea que hay “cristinistas”, porque se comenzó a usar este término. Pero, ¿qué sucederá con peronistas que también aspiran a la presidencia, kirchneristas o no? Porque entre otros, debemos señalar, en tendencias más ortodoxas y moderadas, al ex presidente Eduardo Duhalde, el jefe del Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, el ex gobernador Carlos Reutemann y el ascendente gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien tras la muerte de Kirchner heredó la presidencia del Partido Justicialista. ¿Se abrirá en abanico el justicialismo? ¿Se dividirán kirchneristas y quienes no lo son en el peronismo? Mientras tanto, en la otra vereda, el mencionado vicepresidente Cobos hace su trabajo, camino de las elecciones del 2011, con apoyo en el campo argentino, en tanto los socialdemócratas de UCR (Unión Cívica Radical) confían con sobradas razones en Ricardo Alfonsín, hijo del ex presidente Raúl Alfonsín, y quien despierta no pocas ilusiones. No lejos de ellos, presta a sumarse, Elisa Carrió.
La muerte de Kirchner deja un vacío muy importante en el país. También en la naciente Unasur, cuya secretaría general ejercía desde hace poco tiempo, y para la cual hay, ya, dos candidatos: Lula da Silva, quien quedará pronto sin trabajo tras las elecciones en su país, y el ex presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez, sugerido por el primer mandatario uruguayo José Mujica. Veremos.
Por cierto, no son pocas las incertidumbres inquietantes de esta inesperada muerte de Kirchner, pues el fue el caudillo político del último decenio, como en la década de los 90 lo fuera Menen y en los 80, Alfonsín. Impetuoso, verticalista, ajeno a la diplomacia, exaltado, ha dejado un abismo en la Argentina, a catorce meses de las elecciones. Ahora, para él, las fechas, el calendario, son un instante eterno.
Rubén Loza Aguerrebere