lunes, noviembre 25, 2024
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Viajes Barceló, el contraste no literario

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Hasta ahora no he sido cliente del Grupo Barceló, pero su valiente decisión de prescindir de Sánchez Dragó como guía en la comercialización de un viaje a Japón me ha abierto la espita de la solidaridad hacia esta empresa de tan larga trayectoria.

Habrá quien diga que la agencia de viajes ha sido oportunista y ha tomado esta decisión siete semanas después de que el libro, que no voy a nombrar, esté en la calle y otras tantas en maquetación, correcciones y galeradas. Es posible que sí haya sido oportunista. Desde luego las barbaridades dichas y escritas por Sánchez Dragó no eran una buena publicidad para un Grupo, que como han reflejado en su comunicado, «representa valores como el fomento del conocimiento de las culturas y de los países, así como un profundo respeto por los seres humanos, valores que deben compartir tanto nuestros empleados como las personas con las que nos asociamos».

Pero incluso teniendo en cuenta esa posibilidad, hay que reconocerle y alabarle la tajante medida tomada contra el polemista. Desde luego, visto lo visto, Sánchez Dragó no era un buen socio de viaje.

Antes de escribir estas líneas he querido verificar su versión y consultar la web del escritor. El resumen que podríamos sacar de sus explicaciones es que todos quienes le han criticado son izquierdosos, tontos e incompetentes. Todos, menos él, naturalmente.

Pero mientras Sánchez Dragó trata de excusarse y seguir mirando a los demás por encima del hombro, y a Viajes Barceló no le ha temblado el pulso para actuar contra un «pedófilo confeso pseudoliterario», en Telemadrid, donde presenta el programa «Noches Blancas», los directivos miran hacia otro lado. No solo en Telemadrid, cuya directora general, Isabel Linares, dice que no es de su competencia. Y en efecto, no lo es porque quien realmente manda en la Ciudad de la Imagen es la inquilina de la Puerta del Sol.

Tampoco ha movido un dedo la Gran Señora de Madrid, que lejos de recriminar a su protegido, le defiende con sus conocidas armas demagógicas: «La historia de la literatura está plagada de relatos de actos absolutamente reprobables. García Márquez, Henry Miller, Gil de Biedma… ¿Qué pasa, que hay que quemar los libros en la hoguera? ¿Hay que quemar a los autores? (…)»La literatura es eso, literatura».

Pues no. No todo es literatura, ni tampoco hay que quemar a los autores. Pero sí hay que actuar contra ellos cuando, sin más mérito que el enchufismo como es el caso, cobran de una televisión pública, donde, probablemente, ha promocionado su «obra». ¿Qué hubiera pasado si el escritor hubiera plasmado en un libro, con perdón, que se lo «había hecho» con ella?. ¿También habría sido literatura?

En cualquier caso, quien se pone al frente de la defensa de Sánchez Dragó es la misma persona que ha encabezado manifestaciones en defensa de la familia. La doble moral.

Y no menos llamativo, resulta verdaderamente lamentable que sean dos mujeres que se mueven en la primera línea empresarial, Isabel Linares, y política, Esperanza Aguirre, las que han perdido una oportunidad única para mostrar solidaridad con las víctimas de la pedofilia y sobre todo, demostrar sensibilidad.

Ni lo uno ni lo otro por parte de la una ni de la otra. Frialdad e insensibilidad ante un delito asqueroso y detestable, por muy «literario» que pudiera ser.

La única solidaridad demostrada y expresada por omisión y acción ha sido con el «pedófilo confeso pseudoliterario» resguardado en la caverna de Telemadrid.

Por cierto, el último programa de «Las noches blancas» medido hasta el momento de escribir este artículo, del pasado 25 de Octubre, logró una cuota de audiencia del 1,3%. Esto quiere decir que lo vio uno o ningún espectador.

Y estos son los personajes que desde 2004 pululan por la televisión autonómica.

Alfonso García

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