jueves, octubre 3, 2024
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Rubalcaba, el sucesor imaginario

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La remodelación de Gobierno es el hit político de 2010. Gusta en el PSOE, donde dos semanas después mantienen la euforia de partido. Y el PP, animado, ha visto en Rubalcaba el foco para todo tipo de ataques dialécticos y de gobierno. En su estreno como vicepresidente en el Congreso, catorce años después de haberse visto en esas, el PP recuperó su pasado y las malas artes. «Ha perdido el pelo pero no los vicios», le espetó burdamente el diputado Rafael Hernando, inaugurando un estilo que podría perseguir al presidente bis.

Rubalcaba, en el listón de los mejor valorados desde hace un año, abre ciclo y un nuevo contexto; el hecho insólito de que el éxito del Gabinete recién estrenado deje tan mal parado a quien lo ha llevado a cabo.

De un lado a otro del arco editorial mediático, en las más variadas encuestas, Zapatero debería no repetir y plantear cuanto antes la sucesión. Se le da por amortizado y acabado. En su defensa, salen los asesores a la sombra política del engranaje presidencial. Según algunos de ellos, aceptar la desaparición sin más, asumiendo que Rubalcaba se postula como el siguiente, «es no conocer a Zapatero o aceptar una tesis poco elaborada de los hechos».

Distintos cargos de Moncloa coinciden en que «si alguien quiere jugar a la sucesión, que lo disfrute. Pero Zapatero maneja los tiempos con habilidad. Ya sabíamos que Rubalcaba estaba mejor valorado que el presidente, igual que lo estuvo en su día De la Vega. También lo está Carme Chacón o Trinidad Jiménez. Lo que ayuda al Gobierno socialista, refuerza a su presidente».

Estos fieles, cargos que le acompañan desde 2004, le escudan al tiempo que dudan de su resistencia. En el análisis de la intención de voto asociada a los candidatos con mejores expectativas electorales apuntan: «Cuando un político entra en la unidad de quemados no sale así como así. El resurgimiento es muy difícil, de ahí no lo sacas. Y Zapatero podría no salir». Entonces, ¿hay alguna manera de que el PSOE le salve?

José Andrés Torres Mora, sociólogo y diputado socialista, cuenta una anécdota para ilustrar cómo se genera un relato que termina por usar el adversario. Cuando el senador republicano D´Amato le dijo a Bill Clinton; – Presidente, es verdad que los periodistas votan como ustedes, pero piensan como nosotros, y eso es lo importante».

Lo que se percibe de las encuestas, incluso con descaro, «es el mensaje de que algunos querrían que el PSOE pusiera a un líder más diligente con ellos. Las encuestas suben y bajan, lo mostré y demostré», subraya en referencia al trabajo que hizo con Tomás Gómez para reforzar sus argumentos sobre la visión que tiene de Zapatero con tres ideas básicas:

1. La dialéctica Zapatero-Rubalcaba es una batalla desnuda y sin más por el poder. Donde se está utilizando la misma lógica que en el enfrentamiento Trinidad Jiménez y Tomás Gómez. La respuesta es la misma. Dependerá de la voluntad de Zapatero, la de Tomás Gómez quedó clara.

2. ¿Qué hay en el perímetro de las encuestas? ¿Quién ha estado tras los hilos de la política de Zapatero en los últimos seis años? Ha estado Rubalcaba, no María Teresa Fernández de la Vega, responde Torres Mora. Las decisiones económicas que toma Elena Salgado, así como tantas otras de Gobierno, llevan su sello. La crisis también podría acabar pasándole factura tarde o temprano.

3. En esta lógica hay quienes mantienen que De la Vega estuvo siempre en el carril de salida. Se sirvió del relato del Peter Pan inventando un gobierno en el que ella, maestra, ponía orden. Su buena imagen se levantó sobre las debilidades de Zapatero. Luego se torcieron las cosas y vino el cambio. Rubalcaba como «salvador» sale del mismo imaginario, de las supuestas competencias que no sabe gestionar su jefe. Entonces, ¿si a Rubalcaba no se le tuercen las cosas podría ser sucesor? A pesar de sus sueños legítimos, no es de extrañar que la acción política se imponga.

Torres Mora, empeñado en la continuidad de la lucha generacional que complica la vida a Zapatero, visualiza, desde la sociología, una posible tercera oportunidad. Dice tener un plan, y antes de hacer público, preferiría esbozar a Zapatero. Por su discurso se intuye una estrategia socialista sin los tres papeles que acumula Rubalcaba. Otros le ven de número dos como fue Pedro Solves, junto a un número uno que tiene que recuperar el rumbo del país ligado a su reputación. Ésta se medirá en la creación de empleo. Según las encuestas, le costará, por cada punto al alza, un millón de trabajos.

Pilar Velasco

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