Todas las encuestas de este fin de semana colocan a CiU al borde de la mayoría absoluta o en una situación tan ventajosa que le posibilitaría gobernar en solitario. Las mismas encuestas dan un resultado cambiante al PP y ponen en duda lo que este partido podría esperar de las autonómicas catalanas: ofrecer, dentro de las limitaciones que allí tiene, un síntoma de su evolución hacia el triunfo o, directamente, la posibilidad de convertirse en necesario para que CiU gobierne con tranquilidad institucional y con moderación en el programa.
Sin embargo, el síntoma más evidente es el fracaso del PSOE que, en vez de mejorar con el apoyo del presidente Rodríguez Zapatero, parece que se ve tan dañado por la política del tripartito que por la llevada a cabo por el Gobierno central. La pesadilla de los líderes regionales del PSOE, con elecciones a cortísimo o a medio plazo, es que cada escándalo –aunque sea retórico- y cada fracaso –aunque sea reiterativo- es un baldón en unas posibilidades ya menguadas. Peor resultado se espera que tengan ERC e Iniciativa: el populismo de izquierda ha pagado sus extravagancias en la misma medida en que al socialismo le cuesta caro el empeño de gobernar con una alianza que, a la postre, no ha supuesto otra cosa que gobernar a cualquier precio.
Así que, dado que CiU gobernará casi sin ninguna duda, sólo quedan dos dudas. Una, si podrá o querrá llevar a cabo un proyecto basado en el soberanismo, como a veces se desprende de lo que se afirma en la campaña, o fundamentado en la grave crisis económica, como en otras ocasiones se subraya. A la vista del modo en que se ha tomado en Cataluña el “entusiasmo” por el Estatuto como la “rebeldía” por la sentencia del Tribunal Constitucional, que son perfectamente descriptibles, lo lógico sería enfrentarse a los problemas de los ciudadanos del modo en que no ha sabido hacerlo el tripartito de Montilla. Pero no todo es lógico en política, como se sabe.
La segunda duda es cómo serán en el futuro las relaciones políticas de un Rodríguez Zapatero agonizante con un Mas triunfante. Seguramente responderá a alguna “lógica” pero la que ha venido demostrando el presidente en esta legislatura puede presagiar lo peor. Si no para ellos, para los ciudadanos. Y ha comenzado por alabar la “responsabilidad” del PNV en su único y fundamental objetivo (que él ha hecho realidad): despreciar y avergonzar a Patxi López, el protagonista de lo único positivo y reseñable del PSOE en los últimos tiempos.
Germán Yanke