Suponga que durante la administración anterior, los Demócratas se hubieran opuesto a los esfuerzos del Presidente Bush por proteger a la aviación comercial de presuntos terroristas y que hubieran obstaculizado su estrategia para alejar de los terroristas las armas nucleares.
Es seguro apostar que Bush habría vertido la acusación, como hizo en más de una ocasión durante su presidencia, de que a los Demócratas «no les interesa la seguridad del pueblo estadounidense». Otros Republicanos sin duda habrían difundido propaganda yuxtaponiendo a los Demócratas con Osama bin Laden o afirmando, como hicieron por entonces, que los Demócratas «dan esperanzas a los enemigos de América».
Pero ahora mismo los Republicanos están dando las esperanzas. Están poniendo múltiples reparos a las nuevas medidas de seguridad aeroportuaria diseñadas para detectar explosivos ocultos bajo la ropa. Y están obstaculizando la votación en el Senado de un tratado con Rusia crucial para garantizar la integridad de los arsenales e impedir que Irán se haga con la bomba.
Para los Demócratas, la destrucción de su confianza por parte de la oposición con el tema de la seguridad debería de plantear una oportunidad. Los Republicanos parecen haber entrado en una era post-post 11S en la que la seguridad nacional ya no es una prioridad mayor que su interés en minar al Presidente Obama. No hay necesidad de recurrir a la demagogia utilizada con anterioridad en su contra, pero tampoco perjudicaría a la Casa Blanca o a los legisladores Demócratas señalar que sus rivales están tratando de debilitar la seguridad de los estadounidenses.
Empecemos por el New START, el pacto nuclear propuesto con Rusia que Republicanos del Senado como Jon Kyl (Ariz.) tratan de descarrilar, hasta el próximo Congreso al menos. Desde el vencimiento del tratado START anterior en diciembre, no se han destacado inspectores estadounidenses en Rusia para vigilar las miles de cabezas nucleares del país. Si el Senado no reúne los 67 votos necesarios para la ratificación, dice Travis Sharp, del Centro para la Nueva Seguridad Estadounidense, existe el riesgo de que Rusia adopte represalias replegando su apoyo logístico a la guerra norteamericana en Afganistán, abandonando su cooperación en la prevención de la proliferación nuclear, o frustrando los esfuerzos estadounidenses por impedir que Irán se haga con armamento nuclear.
Pero no se fíe. Escuche a Richard Lugar, el responsable Republicano del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y el caballero que todavía antepone el interés nacional a las consideraciones políticas. «Hablamos ahora de la seguridad nacional de los Estados Unidos de América», afirmaba el miércoles. «Este tratado debe ratificarse y ratificarse en esta sesión del Congreso… Hablamos de miles de cabezas que siguen allí, un problema existencial para nuestro país. Mostrarse condescendientes en este momento es inexcusable».
O escuche a Bob Gates, el secretario de defensa de Bush/Obama. «El tratado New START tiene el apoyo unánime de la cúpula militar de América», escribe en el Wall Street Journal, alentando a una mayoría bipartidista clara a apoyar el tratado por «la seguridad que proporciona al pueblo estadounidense».
¿No están los Republicanos interesados en la seguridad del pueblo estadounidense, por utilizar la fórmula de Bush?
Luego está la reacción a los nuevos controles de imagen y los cacheos que se utilizan para registrar al pasaje aeroportuario en busca de explosivos. Una encuesta CBS News concluye que el 81% de los estadounidenses es partidario de los nuevos controles de imagen, pero los legisladores Republicanos opinan de otra forma.
En la Cámara, el Congresista Ron Paul (Texas) ya ha presentado la legislación que revoca las nuevas medidas de seguridad. Mientras, los senadores Republicanos, redescubriendo al libertario que llevan dentro, hacían cola esta semana para criticar al secretario de la Agencia de Seguridad en el Transporte John Pistole por las medidas de seguridad reforzadas por la administración.
«A mí no me gustaría que a mi mujer la tocaran como se está tocando a esta gente. No querría que se me tocara de esa manera», decía el Senador George LeMieux (Fla). «Creo que hemos ido demasiado lejos».
El Senador Mike Johanns (Neb.) advertía de «un cambio» en contra de las medidas de seguridad. «¿Le preocupa eso, que tal vez nos encontremos en un extremo donde… la gente crea realmente que nos hemos extralimitado?»
Pistole recordaba a Johanns que «las amenazas son reales».
«Pienso que no va a cambiar nada», se quejaba Johanns.
Las respuestas de Pistole deberían de haber avergonzado a Johanns y sus colegas. «Si su pregunta es, ¿entiendo la susceptibilidad de la gente? Sí. Si pregunta, ¿voy a cambiar las políticas? No, porque creo estar siendo informado con el espionaje más reciente, las iniciativas más recientes de los terroristas para asesinar a nuestra gente en el aire. No, no voy a cambiar esas políticas».
Esta puede ser la era post-post 11S, pero Pistole, un profesional del FBI, sigue interesado en la seguridad del pueblo estadounidense. ¿Lo están los Republicanos?
Dana Milbank