Si hay algo obvio tras la crisis de Gobierno es que Alfredo Pérez Rubalcaba es el hombre fuerte del mismo. Lo han dicho con palabras distintas pero de manera contundente y en sendas entrevistas tanto el Presidente del Gobierno como el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui. El primero le ve haciendo las cosas bien allí donde este y para el segundo “es una máquina”. Imprescindible no hay nadie pero Rubalcaba es “insustituible”.
En el PSOE, en el núcleo duro de Ferraz, y más allá de las encuestas, se ha recuperado tranquilidad. El Presidente se ha atribuido el derecho, difícilmente refutable, de tomar su decisión de seguir o no cuando él lo considere oportuno. Sin embargo todos están en que el tiempo está tasado y no puede ir más allá del mes de Junio, una vez celebradas las elecciones municipales.
Los socialistas mantienen y, en público, lo seguirán haciendo que el mejor candidato es Rodríguez Zapatero y afirman que el Presidente “es sensible a la realidad y si ve que no es un activo para el Partido, será consecuente y dará paso a otro”. Y cuando hacen esta reflexión, cada uno por su lado, todos convergen en un nombre; “Alfredo”. Y no es que, llegado el caso, Zapatero vaya a realizar una designación. No, habrá debate interno y decidirá el PSOE pero cuándo llegue Junio el tiempo comienza a apremiar y Ferraz, que sabe mucho de campañas, sabe que en tres o cuatro meses no se improvisa un candidato aún cuando este no sea un desconocido total. Y así, en este juego de futuribles, el nombre de “Alfredo” está en boca de todos, incluida la del Presidente del Gobierno que es quien, en definitiva, tiene, por lo menos la primera palabra y que todavía no ha dicho que se vaya. Lo relatado en estas líneas es sólo para un por si acaso que algunos y cualificados socialistas ya están manejando.
Charo Zarzalejos