Una característica del debate político en España es que, lejos de ser una conversación (en la que se discute y se contrastan opiniones), se queda en una suerte de monólogos contra el contrario. Cuando uno calla es para tomar aire, no para escuchar al adversario. De vez en cuando, parece que algún tema –como ahora la crisis de los controladores aéreos- que podría reconducir las cosas y no precisamente hacia el tantas veces mentado “consenso”, sino al análisis de lo que ocurre abriéndose unos y otros a la posibilidad de ser convencidos y, en ese escenario, dando opción a que la elección de los ciudadanos sea razonable, es decir, sobre razones. Pura utopía.
El vicepresidente Pérez Rubalcaba ataca con habilidad a Mariano Rajoy diciendo que, ante esta crisis, su “solución” sería pagar más y exigir menos a los controladores, como hiciera el Gobierno del PP –añade- en 1989. Ya hay que remontarse en el tiempo para no aclarar lo que se va a hacer ahora, es decir, cómo se va a convertir en medidas concretas y eficaces esta contundencia con la que, al parecer, el PSOE de ahora se distingue del PP y del PSOE de antes. El vicesecretario del PP, Esteban González Pons, aprovecha un acto –pretendidamente tecnológico- para explicar a la ciudadanía que se ha puesto en marcha la operación contra el dopaje en el atletismo español para ocultar la ineficacia del Gobierno en el asunto de los controladores. Ya hay que ser original para no tener que hacer saber ahora lo que habría que hacer ante tanto desastre.
Cada uno, ante lo que de aquí o allá le cuentan los medios de comunicación, podrá elegir si socialistas o populares son más habilidosos en este esgrima de eternos duelistas, pero, escuchándoles, ¿hay alguno que pueda decir que, resuelto lo del fin de semana de la Constitución, el plan de estos o de aquellos, le parece el más adecuado?
Germán Yanke