“Esto no tiene remedio ni con Alfredo”, me dice a modo de resumen un viejo conocido de Sevilla, después de un rato de tertulia en la Plaza de San Francisco, mientras nuestros nietos se aprovisionan de figuritas del belén. Me llama la atención la sentencia de mi amigo, leal militante del PSOE, aunque desde hace tiempo desencantado con la deriva que tomó su partido hace años; hace tantos años que él piensa que todo se les torció con la salida de Felipe Gonzáles del Gobierno y de la Secretaría General.
“No creas que soy el único –añade- que piensa así. Zapatero está acabado y seguramente su último servicio al partido será retirarse dentro de unos meses, lo más tarde en verano, porque las elecciones municipales van a ser una catástrofe. Vamos a perder incluso en Sevilla. Y verás cómo gana el PP en muchos municipios donde llevamos gobernando desde 1979. Va ser la respuesta popular al desgobierno de Zapatero, que nos ha llevado al peor momento del PSOE en la historia de nuestra democracia”.
El pesimismo de mi amigo no tiene fisuras. Le hablo de la “operación Rubalcaba”, y es cuando salta como impelido por un resorte: “Esto no tiene remedio ni con Alfredo. Nos vamos a la oposición para una larga temporada, por lo menos un par de legislaturas. Alfredo va a tener que dar la cara en las generales de 2012, y aunque nadie duda de su experiencia política y de sus cualidades personales, esto no lo arregla en tan corto plazo ni la Divina Providencia”.
No se explica este veterano socialista cómo una persona tan inteligente como Alfredo Pérez Rubalcaba puede aceptar el encarguito que se le viene encima. E incluso especula con la posibilidad de que el vicepresidente primero haya cogido el machete para desbrozar el espeso camino de matorrales que deja tras de sí el jefe del Gobierno. No sería de extrañar, según mi interlocutor, que hubiese un tapado/a que en el momento procesal oportuno (Congreso extraordinario del PSOE) saltase a primer plano. Y lo argumenta: “Alfredo pertenece a otra generación de socialistas, y no en todos los sectores está bien visto, sobre todo entre la gente joven que vería en él una vuelta al pasado, lo que parecía definitivamente enterrado con la elección de Zapatero como secretario general. El grueso del partido actual está entre los 25 y los 40 años, y con esta tropa, muy crítica y activa, Rubalcaba no sintoniza. Pero lo malo es que tampoco tiene demasiados fans entre nosotros, los más talluditos.”
No me suena a nada nuevo la reflexión de mi amigo. Participo de esa visión al igual que muchos ciudadanos que, como es mi caso, no pertenecen a ningún partido y juzgamos con cierto nivel de independencia sobre los asuntos políticos. Lo que sucede, y se lo digo, es que el PSOE puede llegar a 2012 en tal grado de deterioro que se imponga el cierren filas, porque si no el batacazo podría ser aun mayor.
La opinión más extendida entre la gente, y compruebo asimismo que entre muchos socialistas, es que las próximas generales las tienen perdidas, de no mediar un milagro. Las encuestas no dejan de favorecer al PP. La última conocida, la de Metroscopia, sitúa a Rajoy en una cómoda mayoría absoluta. O sea, que a los populares les va a caer el Gobierno aunque no quisieran, que es mucho suponer.
De confirmarse la gran barrida del PP en las municipales y esa misma noche el PSOE conociera su desalojo de al menos dos Comunidades Autónomas –Castilla-La Mancha y Baleares- sin conquistar ninguna de las que están en manos del centro-derecha, a no tardar sabríamos la solución a este enigma que se ha configurado en torno a la sucesión de Zapatero. Y como ambos comicios le van a ir mal, seguramente muy mal, a los socialistas, la contestación interna en el partido le puede llevar al presidente a adelantar sus planes y hacer mutis por el foro en primavera.
Dejémoslo en caso abierto, aunque con muchas probabilidades de que el viejo amigo que me habla termine por tener razón.
Francisco Giménez-Alemán