“No ha caído del cielo” dijo el ministro Rubalcaba refiriéndose a la nueva marca –SORTU- con la que la izquierda abertzale pretende estar presente en las próximas elecciones municipales. El ministro tiene claro que estas nuevas siglas esconden una “sucesión” clara respecto a la ilegalizada Batasuna y será a lo largo de esta semana cuando a través de la Abogacía del Estado y de la propia fiscalía, Interior aportará a los tribunales documentos e informes “muy completos y rigurosos”.
Tendrán que pasar varias semanas hasta que sepamos la suerte final de este partido que por imperativo legal se ajusta formalmente y valga la redundancia a la legalidad. En su momento, hace ya muchos años, los electos al congreso de la izquierda abertzale acataban la Constitución por “imperativo legal” y no porque creyeran que esa Constitución era y es lo mejor que nos podía pasar.
Los Tribunales no pueden ni deben juzgar intenciones. Se atienen a indicios y a pruebas y es en este terreno en el que el Gobierno deberá fijar posición. Las palabras de Rubalcaba son un indicativo claro de por dónde van a ir los argumentos: SORTU no es un proyecto ex novo, sino la sucesión “evidente” de la ilegalizada Batasuna con cuyo concurso se ha gestado esta marca.
Con sus palabras, Rubalcaba ha echado un jarro de agua fría incluso a gentes de su partido que ven en este partido un antes y un después definitivo en la lucha contra el terror, “el primer día de la paz” como ha llegado a afirmar Jesús Eguiguren. Además, el ministro no parece impresionado por las peticiones de Urkullu que quiere la legalización ya mismo y de paso elecciones anticipadas en el País Vasco.
El tiempo y los jueces nos sacarán de dudas, pero tengo para mí que la suerte de SORTU está echada y como ellos lo intuyen, en la carpeta B ya tienen diseñada su alternativa, mientras ellos y nosotros estamos a la espera de lo que diga ETA que en toda esta historia es lo más importante.
Charo Zarzalejos