lunes, noviembre 25, 2024
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El tsunami llega a Libia

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El tsunami que arrasó el Pacífico proyecta sus efectos sobre el Mediterráneo. La atención mundial se desplaza a Japón, al dolor por los miles de pérdidas humanas, por la catástrofe y la alerta nuclear.  Mientras tanto, en Libia, los rebeldes luchan con fuerza desigual para derrocar al sátrapa y claman ayuda al exterior para derrocarlo. ¿Dónde están los EEUU? -se preguntan algunos de ellos- mientras se repliegan hacia Bengasi, el bastión rebelde, el lugar de los sueños de la Libia libre.

El mundo mira a la desolación nipona y teme los efectos de la crisis nuclear. La fuerza destructora de la naturaleza atrae con más fuerza que la capacidad devastadora del hombre y, ante todo, no apela a sus decisiones. Es la prueba de su vulnerabilidad, más allá de fronteras y gobiernos. Es el hombre. Capaz de comunicarse desde el otro confín de la tierra pero impotente para frenar su fuerza arrasadora. Como los imprevistos y las desgracias, la tristeza o el olvido.

Y Occidente demora sus dictámenes sobre Libia o el tsunami los dispersa. Y el iluminado avanza con sus bombarderos sin grandes testigos. Ya dispone de  la ciudad petrolera de Brega y se acerca a Adabiya, en dirección a Bengasi. El corazón late,  pero Bengasi no es la plaza Tahrir, motor de la revolución egipcia, que no desfalleció días y noches hasta derrocar el dictador, y que ningún terremoto le arrebató la atención.  

Mientras se extiende el lodo en el Pacífico y se llora a los muertos y desaparecidos, Gadafi arrasa y censura la petición de la Liga Árabe de la zona de exclusión aérea que libre de los bombardeos a los rebeldes y establezca un pasillo humanitario. Era uno de los requisitos para que Occidente tomara una decisión, además de los consensos en la Unión africana y en la ONU. Y eso que Obama no calló ante Gadafi y advirtió que no “consentirá” otra catástrofe como el genocidio de Ruanda. Pero llegó el tsunami.

Habían perdido el miedo cuando los bombardeos los mataron o los hacían replegar. Cómo iba a frenarse un dictador que dice actuar como ante el exterminio de las ratas. Pero puede ser más dañina la maldad que la inclemencia natural. Un fotógrafo de Shendai (Japón) buscó ayuda entre los rebeldes libios para abandonar la trinchera de Brega donde retrataba la destrucción humana para reunirse con su familia en Japón y enfrentarse a  la catástrofe natural. Cuál de las dos.

 

 

 

Chelo Aparicio

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