No es frecuente que el Senador Tom Coburn, el Republicano de Oklahoma que el año pasado obtuvo la máxima calificación de la Unión Conservadora Norteamericana, haga causa común con el Senador Dick Durbin, un Demócrata de Illinois que sacó un cero patatero. Pero el futuro de la nación puede pender de la alianza entre ellos.
Los dos son miembros del Grupo de los Seis, un colectivo espontáneo de senadores Republicanos y Demócratas que negocian un acuerdo presupuestario a largo plazo para resolver la crisis de la deuda de 14 billones. Su referente de solución es la propuesta de la comisión Bowles-Simpson de deuda, que suscribieron Coburn y Durbin, integrantes de la instancia los dos. Es una apuesta arriesgada, pero con suerte estos legisladores se pondrán de acuerdo las próximas semanas en un plan encaminado a recortar el gasto social y subir los impuestos, ingredientes desagradables pero esenciales de cualquier tentativa de paliar el déficit.
La resistencia de ambos grupos será intensa; después de todo, la iniciativa mucho menor de recortar el gasto durante el actual ejercicio fiscal ha suscitado amenazas de clausura de la actividad pública. Y nadie va a acusar la presión más que el miembro más conservador del grupo, Coburn, y su integrante más progresista, Durbin. El éxito del Grupo de los Seis senadores depende de esta extraña pareja política: de que Durbin, el líder Demócrata de la representación en el Senado por detrás del coordinador, sepa persuadir a los Demócratas de aceptar unos cuantos recortes en la seguridad social y de que Coburn, médico, sepa superar la respuesta anafiláctica de los Republicanos a las subidas tributarias.
Coburn ya trabajaba en esta tarea el martes, remitiendo un escrito a un antiguo aliado, Grover Norquist, el líder con aspecto de teleñeco del colectivo Estadounidenses A Favor de la Reforma Fiscal y valedor autoproclamado de la ortodoxia contra-tributaria. El colectivo de Norquist había acusado a Coburn de vulnerar la «Promesa de Protección del Contribuyente».
Coburn respondía acusando a Norquist de apoyar «el derroche público y una subida tributaria oficiosa». Acusaba al activista de «una práctica profundamente equivocada de la administración activista y progresista» así como «un gasto público excesivo y déficit insostenible». Coburn sugería que el activista «realinee a su colectivo con sus propios estatutos».
El motivo inmediato de este roce inusual en la derecha era una propuesta de Coburn, a la que se opone Norquist, encaminada a poner fin a las deducciones de los productores de etanol. Pero realmente formaba parte del enfrentamiento más general en torno a la reducción de la deuda.
Coburn votó a favor de los planes de la comisión de disciplina fiscal de recortar el déficit en 4 billones de dólares a 10 años mediante recortes del gasto público y liquidación de deducciones tributarias, y por esto era recompensado con un punto en la página web de Norquist titulado «Las dos caras del Senador Tom Coburn».
El Senador, no obstante, se negaba a dejarse intimidar por el guardián de la ortodoxia de Norquist. Decía que Norquist estaba «exigiendo que los conservadores del Senado se salten su conciencia y apoyen alteraciones del código fiscal que elevan el gasto público y mantienen intactas las competencias de Washington». Coburn decía que no era la labor de «agentes del partido» el «decidir cómo abordar nuestro insostenible gasto público y nuestros déficits, que plantean una amenaza existencial a la nación que tanto amamos».
Hace falta cierta dosis de valentía para plantar cara a Norquist, pero Durbin tiene una labor aún más difícil porque su oposición viene del seno de su propia formación Demócrata en el Senado. El secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid descartada de plano hacer cambios en la seguridad social, diciendo a Lawrence O’Donnell en la MSNBC: «Dentro de dos décadas estaré dispuesto a contemplarlo, pero no estoy dispuesto a contemplarlo ahora».
Reid y el resto de legisladores Demócratas celebraban un mitin el lunes instando al Congreso a «abstenerse de hacer cambios en la seguridad social». El Senador de Nueva York Chuck Schumer, un rival que hasta el momento ha superado a Durbin en la batalla por la sucesión de Reid, se opone al Grupo aduciendo que es mala política para los Demócratas. El Senador Max Baucus, secretario del Comité de Economía, se opone al Grupo porque interviene en sus dominios.
Durbin es casi siempre un partidista seguro. En el pleno del Senado traslada de forma rutinaria el mensaje de su partido, dirigiéndose directamente a la tribuna de invitados y a las cámaras de televisión. La mañana del martes orquestaba otro numerito partidista: enarbolaba una Biblia lituana de 150 años perteneciente a su familia ante las cámaras mientras abría una vista acerca de los derechos civiles de los musulmanes, vista diseñada para replicar a la vista de los Republicanos de la Cámara que examina la radicalización musulmana.
Pero en materia de seguridad social, Durbin no ha cedido al discurso de su partido. Aunque fue advertido de que incluir recortes en la seguridad social podría sentenciar el acuerdo, no ha convertido su exclusión en condición para recibir su apoyo. De hecho, Durbin ya votó a favor de la batería de medidas de la comisión de disciplina fiscal que incluye los recortes en la seguridad social, incluso si vaticinó correctamente en aquel momento: «Mi voto va a ser ampliamente criticado».
Para Durbin y Coburn, las críticas apenas acaban de empezar.
Dana Milbank