La democracia es lo que tiene. Que alguna cosa puede ocultarse durante algún tiempo, pero muchas durante mucho tiempo es imposible. Al final y a veces de la manera más imprevista todo se acaba sabiendo. Ahora vamos sabiendo muchas cosas relacionadas con el último proceso de negociación con ETA. Algunas se podían sospechar y otras han causado sorpresa y asombro. La intervención del juez Ruz está siendo definitiva para que varios capítulos de aquel libro, de aquella larga y arriesgada “partida de ajedrez” salgan a la luz pública.
Los enviados del Gobierno aseguran que sus conversaciones con ETA fueron como una partida de ajedrez que como se sabe es un juego que exige concentración, máxima atención al movimiento del contrario y una extraordinaria precisión en los propios. Ambas partes se observaron con atención pero todo indica que hubo muy poca precisión en los movimientos del Gobierno que deberían haberse parado en seco –lo mantuve en su momento- cuando los terroristas robaron 300 pistolas fueron movimientos excesivos. El zulo no era zulo, el robo de armas no era seguro que fuera de ETA, las extorsiones a empresarios no eran tales y, desde luego, una vez perpetrado el atentado de la T-4 se había acabado todo. En las hemerotecas y no en las actas de ETA constan todos estos extremos.
Que tarde o temprano conoceríamos los escritos de ETA era un secreto a voces. ETA siempre escribe y lo hace para sí misma, no para los demás. Escribió en Argel, más tarde en Suiza y ahora no iba a ser menos. ETA, durante todos los procesos, se ha encargado de establecer un discurso, elaborar un argumentario, incluso un diccionario para que los suyos y sus más próximos supieran a que atenerse. Por el contrario, el Gobierno se refugió en el silencio y no brindó a la opinión pública el argumentario suficiente para hacer comprensibles sus pasos. Los demócratas no tuvimos discurso. El Congreso dio permiso al Presidente para abrir el diálogo con ETA, pero cuando este acabó nadie contó nada. Lo más grave es que se dijo que todo había acabado cuando en realidad la partida de ajedrez continuaba. Ha pasado mucho tiempo. La vía judicial tiene sus pasos y a efectos políticos, el Gobierno fue juzgado en las urnas pero cuando se va sabiendo que la realidad de lo ocurrido dista mucho de la realidad contada, el tiempo de una explicación no se ha extinguido y de la misma manera que el Presidente pidió permiso al Congreso, esta misma Cámara debería haber recibido explicaciones que nunca se produjeron.
De todos los argumentos que ahora se nos brindan el que no se puede aceptar es el que asegura que gracias a esa negociación ETA está al borde su final. Si ETA está como está es por la persistencia de la lucha policial, por la Ley de Partidos, verdadero dolor de cabeza de todo su entorno y por la perseverancia ejemplar de aquellos que llevan años jugándose la vida. Para ETA la negociación no es un camino para su final, sino una herramienta más de su estrategia terrorista y el error de fondo es pensar que, efectivamente, se estaba en una partida de ajedrez.
Charo Zarzalejos