martes, noviembre 26, 2024
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Si los progres dirigieran el mundo…

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Chispeaba en los exteriores del Capitolio, pero la Representación Progresista del Congreso optaba por no guarecerse para dar a conocer sus nuevos planes de gasto, «Los Presupuestos Populares».

«¡Vamos a hacer que salga el sol!» proclamaba teatralmente el congresista Keith Ellison, legislador Demócrata de Minnesota que es el secretario adjunto de la representación. Sus colegas se acurrucaban bajo los paraguas y el viento tumbaba su cartel promocional de su caballete.

Ellison y los progres probablemente tengan más probabilidades de influir sobre el clima que de tramitar sus presupuestos, que dan a conocer como alternativa a la apuesta Republicana en la Cámara y a los planes del Presidente Obama.

Entre los puntos más polémicos: Subida tributaria de 4 billones de dólares a 10 años. Subida del tipo impositivo máximo al 49%. Recorte de 2,3 billones de dólares a la defensa — y subida del gasto público nacional. Ah, y reaniman la «opción pública» para ofrecer sanidad pagada por el gobierno.

Hasta el más idealista de los progres sabe que la propuesta es igual de imposible que los planes Republicanos en la Cámara del legislador Paul Ryan, que imponen recortes al gasto público solamente y en la práctica bajan los impuestos. El verdadero objetivo es el Presidente Obama, de quien los progres temen vaya a capitular y negociar un acuerdo que recorte fuertemente los programas sociales y las pensiones.

«¡Va siendo hora de empezar a unir fuerzas con nuestros aliados y desfilar y manifestarnos y acudir a la Casa Blanca!» exhortaba el congresista John Conyers, D-Mich., «¿sabe por dónde voy?» Obama, que dio a conocer sus planes 90 minutos después de que los progresistas desvelasen los suyos, puede encontrar útil su propuesta porque le brinda un contrapeso en la extrema izquierda a los planes de extrema derecha de Ryan.

La comisión de disciplina fiscal del presidente recomendaba una proporción de 2/3 de recortes del gasto público y 1/3 de subidas tributarias. Hasta Bob Greenstein, del izquierdista Centro de Prioridades Legislativas y Presupuestarias, dice que un reparto a escote sería un maridaje razonable. Los presupuestos de la Representación Progresista contienen un 80% de subidas tributarias.

Los planes soñados de los progres son difíciles de evaluar porque no hacen proyecciones más allá de los 10 años (tiempo tras el cual se generalizan los problemas del gasto social). Y, en lugar de someter la propuesta «a la valoración contable» de la Oficina Presupuestaria del Congreso, utilizaron como árbitro imparcial al Instituto de Legislación Económica, un colectivo de mentalidad afín.

Aun así, da una idea de cómo irían las cosas si los izquierdistas cortaran el bacalao: nada de recortes en las pensiones de la seguridad social, precios de las recetas del programa Medicare de la tercera edad vigilados por la administración, y subidas en las retenciones de las nóminas y los impuestos de las rentas altas. Corporaciones e inversores serían castigados con un amplio abanico de nuevas cuotas y tributos. Y el ejército se enfrentaría a una política contable de tierra quemada: un recorte del 22% en las fuerzas de infantería, un 30% los Marines, un 20% la marina y un 15% las fuerzas aéreas. Las guerras de Irak y Afganistán se cortan por lo sano y los programas de armamento pasan a depender de la beneficencia.

Los progres, en su despliegue, no estaban tan preparados para la puesta de largo. Legisladores y becarios se empujaban con sus paraguas, y acabaron compitiendo con el gimoteo de un vehículo. Su consigna repetida por doquier, «Los Presupuestos Populares», trasladan una asociación inútil con «la república popular» y otras empresas socialistas.

La congresista Bárbara Lee, D-Calif., anunciaba que 30 legisladores del Congreso ayunaban el miércoles para «estimular la conciencia de los Presupuestos Populares». (La rueda de prensa independiente que iba a destacar el ayuno fue desconvocada; no está claro que se debiera a la lluvia, al hambre, o a otra cosa).

La congresista Sheila Jackson Lee, D-Texas, sugería una forma de resistencia más militarista. «Somos soldados en el campo de batalla. Llevamos la armadura de los Presupuestos Populares», anunciaba. Ella predijo que si los presupuestos Republicanos llegan a ley, los ancianos de las residencias «serán sacados de las camillas y se les podrá ver siendo desahuciados uno a uno».

Pero su indignación se dirigía en la misma medida contra su propio presidente. «No es siempre señal de compromiso situarse en el centro», denunciaba el congresista Raúl Grijalva, D-Ariz., co-secretario de la Representación Progresista. El economista Jeffrey Sachs, que se unió a los legisladores con motivo de la puesta de largo, iba un poco más allá que Grijalva. «Desafortunadamente, el presidente no está en el centro en esto. Está a la derecha», decía Sachs.

Por tanto, si Obama está en la derecha, ¿en qué punto deja eso a la izquierda? «Esta propuesta está en el centro», sostenía Sachs. «Tenemos a la extrema derecha, tenemos el Presidente que está a la derecha del centro, y tenemos un amplio centro representado en esta propuesta».

La Representación Progresista va a ganar ese debate en el mismo momento en que se haga con el control del clima. El chispeo, por desgracia, no escampó.

Dana Milbank

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