miércoles, noviembre 27, 2024
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Los silencios de Rajoy

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Soy de las que cree que por mucha experiencia política que tuviera, estos siete años al frente del Partido Popular, han sido para Mariano Rajoy un curso acelerado de aguante y contención. Creo que ha hecho suya la máxima que afirma que uno es esclavo de  sus palabras y dueño de sus silencios. Y los silencios de Rajoy han sido clamorosos pero visto lo visto no ineficaces. Si sus silencios no hubieran sido calculados y medidos a lo mejor a estas horas no estaba en la presidencia del partido. En silencio vio como María San Gil se fue del partido después de hacerle ver que también era su partido. Vio como Mayor Oreja cuestionaba que “este PP” tuviera principios y luego aceptó encabezar la lista para Europa. En silencio ha visto, en fin, como los cuchillos, muchos muy afilados, le pasaban por la sien sin llegar a herirle de muerte, y en silencio ha comprobado como en Valencia se ha hecho lo que no le gustaba que se hiciera. Rajoy es silencioso pero no ineficaz como lo demuestran estos siete años en los que, al final, ha ganado las innumerables batallas internas a las que se ha tenido que enfrentar.

Creo que en política el silencio puede ser tan importante como la palabra, pero dicho esto hay que admitir que tiene sus riesgos y uno de ellos es considerar al que calla como un pusilánime, un cobarde o un falto de criterio. No creo que a Rajoy se le puedan aplicar estos calificativos. Todos los líderes políticos militan en el silencio cuando así lo creen conveniente. El propio Presidente de Gobierno los administra como nadie, como bien hemos visto con la polémica sobre si debía decidir de una vez por todas su futuro. Habló cuando lo creyó conveniente.

No obstante hay que convenir que en determinados momentos el silencio genera desconcierto y sospecho que algo de esto puede estar ocurriendo incluso en las filas populares cuya mayoría de votantes y simpatizantes tienen que estar una pizca mareados con tantos discursos tan diversos, con actitudes tan distintas como las del PP balear, implacable con imputados, y la del PP valenciano en onda bien distinta. No seré yo quien discuta ni ponga en tela de juicio la libertad de expresión de cada cual e incluso el derecho a equivocarse pero no conozco proyecto empresarial,  periodístico, educativo, social o político que no requiera, como requisito ineludible, un punto de disciplina. Rajoy, en silencio o dando un puñetazo en la mesa, tiene que poner orden y moderación. La experiencia dice que para el PP estas dos premisas son, han sido, sus garantías de éxito.

Charo Zarzalejos

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