Uno de los programas identitarios de La Sexta ya está en la Galería de la Muerte. Ya sabe el día y hora en que va a desaparecer. Viernes, 20, a las 15,25 y todo lo que dure su agonía.
Parecía imposible pero, en los medios audiovisuales hay una máxima muy inquietante que dice que “Vales lo que vale tu último programa”. Y los últimos programas de SLQH valían poco.
Desde la salida de Pilar Rubio, primero, y de Ángel Martín después, SLQH tenía los días contados. El formato se fue agotando entre chistecitos ocurrentes y olía a muerto. Todo se limitaba a mostrar piernas largas y alguna que otra braga. Y, aunque Patricia Conde seguía haciendo el papel de rubia tonta, al no tener alter ego, se convertía, simplemente, en el payaso blanco de los viejos circos. Aquel que no tenía gracia.
SLQH fue un programa zapping elevado a la categoría de show. Algo novedoso. Sus presentadores, la mayoría de ellos actores, mostraban un talento fantástico entre gamberradas que aportaban un soplo de aire fresco. Lo suyo era “dinamitar” programas del corazón. Ridiculizarlos. Flagelarlos. Descomponerlos.
Y aquello era magnífico porque los telespectadores no paraban de reír. Pero no supieron reactualizarse. Resetearse. Incluso, crearse de nuevo. Vivían de la nada y eso cuesta mucho dinero en TV. Y más en La Sexta que no está para tirar cohetes con su economía.
Lástima, porque era lo único de producción propia que merecía la pena verse de una televisión en la que ni siquiera los telediarios dan la talla. Entre otras cosas, porque las presentadoras son todas tan monas que uno apenas echa cuenta de lo que están diciendo…
Pinocchio