«El socialista presentó su dimisión como líder del partido y convocó un congreso extraordinario». Pero no, no se emocionen, no ha sido ZP, sino el vecino José Sócrates. En el PSOE no dimite nadie. Han llevado el partido -luego hablamos de España y del Gobierno- al peor de sus desastres electorales pero como todos, absolutamente todos han sido vapuleados, hacen piña en su fracaso para así escurrirse de sus responsabilidades.
Su secretario general y líder el primero. Considerado por los suyos tan lastre, que ni siquiera lo presentan al palenque para el próximo combate, su escudero orgánico, el señor Blanco, quien tras mil bravatas es incapaz de la más mínima autocritica y se frota las manos por seguir estando e las conspiraciones de pasillo y salir de ellas en el bando de lo que ganan cuando sus huestes lo han perdido todo. Y el tercero, el triste Iglesias y la milonga eterna de buscar culpables exteriores para seguir mirándose el ombligo. Pero quién les puede decir algo. Nadie. Porque todos están a la misma y en las mismas. Ahí está Montilla, que perdió la Generalitat y el otro día Barcelona y hasta la diputación, último bastión de retirada. Y qué va decir Barreda. Mejor se calla y se apunta. Y Alarte, y la Almunia, y el asturiano, la cántabra, el murciano inexistente o el de Castilla y León irrelevante. A Griñan más le vale también estar callado. Ni una capital le ha quedado. El extremeño Fernández Vara mejor tampoco chista aunque a lo mejor gobierne por caridad a regañadientes y forzada de los camaradas de IU que ahora vuelven a recibir arrumacos de compañeros cuando antes fueron despreciados y si se hubieran dejado, engullidos. Algo dijo Patxi López para hacer luego mutis por el foro. Porque el sanedrín para rescatarse a sí mismo de su hecatombe sacrificó a la «virgen» Chacón y deificó a «San Pedro» Rubalcaba. Y todos nos lo presentaron como una generosa y enorme aportación a la causa, a la sagrada llama de la sigla. Vamos que se inmolaban.
Vamos por un «efecto» retirada, otro «primarias» y este es el segundo pretendido efecto Rubalcaba. El único reflejo de los campaneos fue una encuesta del entregado «Publico» que alborozado proclamó que sólo estaban a dos puntos antes de despeñarse. Ahora con el enjuague hablan de sprint y de nuevo las encuestas les dicen que están parados y hasta en rumbo de huida cangrejera. El Mundo y el País lo ponen a 14, la razón al 16 y ellos se ponen a discutir si la cosa se debe a que aún no se nota su nuevo timonel o que es causa de la pasada derrota. Y nadie afronta nada. Que aquí no hay otro efecto que una crisis pesimamente gestionada, que un paro intolerable y un Gobierno sin músculo ni cerebro para pedalear la cuesta arriba.
Porque si lo anterior les toca a los socialistas y allá ellos si quieren seguir con su cofradía de zombis como líderes, lo del Gobierno nos afecta a todos. Y tener de presidente a uno que se hace el muerto y de jefe real a quien en vez de ejercer de vice todo y ministro del Interior lo que hace es utilizar cargos -y dicen que aviones- para dar mítines a puerta cerrada no es la mejor situación para una España que tiene que salvar cada tarde un set ball con la deuda y los mercados.
Antonio Pérez Henares