El cuerpo me pidió primero volver a escribir de fantoches. Pero lo dejé. A fin de cuentas su guerra le está estallando a Rubalcaba en la cara. Después pensé hablar de Bildu. Mañana estos personajes del mundo filoetarra van asumir responsabilidades en ayuntamientos con lo que habremos vuelto atrás siete años en la lucha antiterrorista. Pero también lo deseché. A fin de cuentas, la Historia con mayúsculas juzgará a cada uno, aunque pertenezca a un Alto Tribunal.
Después, vi una foto de una mujer llorando y me conmoví. Era una foto de Mar Bermúdez, la madre de Sandra Palo. El dolor que reflejaba en su cara y las lágrimas que resbalaban por sus mejillas me derrumbaron y decidí rendirle un pequeño recuerdo ya que la sociedad la está olvidando.
Ayer, otro malnacido de los que vil y cruelmente asesinaron a su hija ya está en libertad y a ella lo único que se le permite es llorar.
La madre de Sandra Palo, auténtica Madre Coraje, podría haber optado por otros métodos para calmar su indignación, como están haciendo otros en muchas plazas de España, pero sólo se le permite llorar. Y, como mucho, que luche desde la legalidad por conseguir que se cambie la ley. Una ley injusta como se está demostrando constantemente. Una ley con la que delinquir sale barato. Una ley que se apiada del delincuente. Una ley que nadie cambiará pese al dolor que provoca.
¿Cuándo la Justicia en España hará justicia con las víctimas?
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